Internacional

Voluntarios armados defienden un acceso estratégico en el Alto Karabaj

En los alrededores, los disparos de los cañones escondidos, con el mismo objetivo, apagan el ruido tumultuoso del pequeño río Hakari que fluye entre las boscosas colinas otoñales.

El valle conduce al corredor de Lachin. Un lugar estratégico, literalmente un corredor vital que une el Alto Karabaj con la madre patria armenia.

Es aquí donde las fuerzas azerbaiyanas destruyeron un puente sobre el río, durante un bombardeo en los primeros días del conflicto iniciado el 27 de septiembre entre Azerbaiyán y Armenia.

Desde entonces, vehículos y camiones que siguen este itinerario tienen que tomar un desvío por un inestable camino de tierra. Stepanakert está solamente a un hora de carretera.

El valle corre paralelo a la frontera con Armenia, hacia el frente sur, donde son intensos los combates entre separatistas armenios y soldados azerbaiyanos

Es hacia esta dirección donde disparan los cañones, para impedir un nuevo avance de las tropas azerbaiyanas hacia el corredor de Lachin.

“Puerta de entrada”

“Estamos en una localidad que sirve de puerta de entrada estratégica al Artsakh (Alto Karabaj en armenio), donde (Azerbaiyán) ha hecho una incursión por el sur. El objetivo de ellos es llegar a Lachin, pasando por encima de nosotros” explica Andranik Chawshyan, alcalde del pueblo. Pide a los periodistas de la AFP que no den el nombre del pueblo.

“De momento (los azerbaiyanos) están cerca. Intentan avanzar, pero no han podido hacerlo porque contraatacamos. Todo está bajo control” asegura el hombre, de 31 años.

En el sur del valle, los habitantes han huido de sus pueblos tras intentos de incursión de las fuerzas de Azerbaiyán.

“Es probable que pasen por el valle más que por las montañas. Es lo que van a intentar. Todos los puestos (de defensa) deben ser ocupados” agrega el alcalde, sentado en su escritorio, con tres talkie walkies colocados ante él para comunicarse con sus hombres.

En el pueblo, de apenas 3.000 personas habitualmente, solo quedan ahora algunas mujeres y decenas de combatientes voluntarios, todos de una cierta edad.

Medio centenar de casitas han sido construidas ahí recientemente, de un piso, con techo de tejas y un jardín. Están alineadas. El principal recurso del lugar lo constituye la cría de vacas y de cerdos.

Canto patriótico

Los combatientes “son todos residentes” y “algunas madres viven en el pueblo”, agrega el alcalde, quien precisa que se ha enviado a otra parte a los niños, “pero solo por hoy”.

Los atuendos de los voluntarios son diversos, aunque el pantalón de campaña es lo usual. Uno de ellos lleva los cargadores de su arma pintados con una cruz blanca armenia.

Al final de la tarde, cuando el sol se esconde ya tras la montaña, el alcalde y el jefe de los voluntarios traen a sus hombres de guardia pan y queso, fabricados en el pueblo.

Es el momento para que todos entonen un canto a la gloria del Artsakh, y saluden levantando los brazos el disparo de un cercano cañón, cuyo destello resplandece furtivamente entre los árboles.