10/May/2024
Editoriales

La herencia

La vida tiene aspectos contradictorios que a algunas personas les parecen favorables, mientras a otras, todo lo contrario.

Sin embargo, algunos temas son coincidentes, entre los que se halla la economía personal y familiar, pues para todos es importante contar con cierta seguridad económica, sin importar tanto el nivel o monto, que finalmente es sólo cuestión de ceros. 

Si se tienen suficientes recursos para alimentarse, vestir y contar con un techo en donde guarecerse de las inclemencias del clima, las llamadas ‘necesidades primarias’ están resueltas. Aunque las ‘necesidades secundarias’ son casi tan importantes como ellas, sobre todo cuando la familia se incrementa y, en consecuencia su importancia es creciente. 

Trabajamos por largos años con la esperanza de acumular bienes que nos permitan disfrutar de algunos lujos en nuestra tarde existencial, y ofrecer el mejor nivel posible a nuestras familias. 

Sin embargo, la vida transcurre más rápido de lo que quisiéramos. Es común que cuando una persona llega a una edad avanzada tenga, además de experiencia y achaques de salud, recursos económicos o cierto ‘capital’ como se acostumbraba decir antes. 

Y de nuevo, ambas cosas son relativas, pero llega el momento de tener que elaborar un testamento para que al esfumarse físicamente no se pierda lo atesorado. 

Se debe decidir cómo elaborar ese testamento. Hay ejemplos de amigos que heredaron en vida a sus familiares pensando que ya estaban para morir pero que afortunadamente no sucedió así, y ahora pasan inviernos incómodos por falta de recursos, y sus herederos les regatean su apoyo.

Podría pensarse que la ingratitud de algunos deudos beneficiados por esta recepción anticipada de lo que después recibirían es nueva, pero hurgando en el libro de libros, pleno de sabiduría, me encontré con una parte en Eclesiástico o Sirácides 33, 20 -24 que dice así:  

Ni a tu hijo ni a tu mujer ni a tu hermano ni a tu amigo, des poder sobre ti en tu vida, ni des a otros tus riquezas, no sea que arrepentido tengas que mendigarles a ellos.

Mientras vivas y haya aliento en ti, no te entregues a ninguno.  Porque mas vale que tus hijos te pidan a ti a que tú tengas que mirar suplicante a sus manos.

En todas tus obras sé el dueño y no borres tu gloria.

Cuando se acaben los días de tu vida, al tiempo de morir, reparte tu herencia.

Este libro de la Biblia se llama Eclesiástico porque el pueblo cristiano lo ha considerado por siglos como un compendio de sabiduría práctica. Y también se le conocía nteriormente como Sirácides por ser su autor Jesús, hijo de Sirac, que fue un hombre acomodado y de buena educación que manejó recursos y negocios exitosos. 

No se requiere mucho cerebro para entender que lo que hoy se vive, ya se vivió muchas veces antes.