11/May/2024
Editoriales

Nace en Monterrey el primer Circo mexicano

Monterrey ha sido históricamente un lugar de avanzada en muchos aspectos de la vida nacional. Fue en nuestra Ciudad donde hubo por primera vez un espectáculo circense netamente mexicano. La historia es más o menos ésta: en 1808 llegó a México el Real Circo Ecuestre, que traía el gran espectáculo del inglés Philip Lailson, y fue bien recibido por el público. Sin embargo, hubieron de transcurrir 33 años para que en 1841 el primer circo mexicano tuviera permiso de presentar su espectáculo al público vendiendo boletos. El empresario José Soledad Aycardo pagó a la Presidencia Municipal de Monterrey cinco pesos de impuestos para que le pudieran dar permiso de abrir “El Circo Olímpico” que funcionó por una temporada en nuestra Ciudad y de aquí se fue en gira artística por varios estados del país. Sin embargo, ese circo nacional no tuvo buena respuesta popular, hasta que en 1864, en el Imperio de Maximiliano, prendió el gusto de la gente por ver el circo, pues en esa fecha llegó a México el circo italiano de Guiseppe Chiarini con un gran espectáculo. Ya para terminar el siglo XIX se crearon varios circos en México como el de los Hermanos Suárez, el circo Treviño, y en agosto de 1888 el gran circo de los Hermanos Atayde que aún existe. En las funciones de circo había payasos, contorsionistas, acróbatas y animales amaestrados, por lo que el Consejo de Salubridad decretó que los circos deberían establecerse fuera de las zonas habitacionales, pues los rugidos de los leones y demás ruidos de animales molestaban a los vecinos. Cómo cambian los tiempos, ahora en el siglo XXI hay una corriente creciente de personas que reclaman buen trato a los animales y exigen que no haya circos con espectáculos de animales. Es decir, ahora se defiende la tranquilidad de los animales porque se considera un mal trato cobrar por verlos actuar. Exactamente al revés de antes, que se defendía la tranquilidad de las personas respecto de las molestias causadas por el ruido de los animales.

 

Fuente: “El circo, el circo,”; Luis Arturo Salmerón, Relatos e historia de México, núm. 18