09/May/2024
Editoriales

No alimentemos el odio; sólo salgamos a votar

Es fácil decir que si todo sigue mal, pronto tendremos una revolución, pronóstico que se escucha en muchas partes.

Las revoluciones dan nuevas luces a los pueblos, pues cambian el orden establecido. Sin embargo, en una revolución suceden cosas bien desagradables y lo peor es que muchas veces terminan convirtiendo a su pueblo en exactamente lo que se busca cambiar. 

Ejemplos sobran, desde la revolución francesa, la génesis de muchas otras en el mundo. Durante su desarrollo, en Francia hubo cualquier cantidad de actos de injusticia, pues cualquier desacuerdo con la revolución llevaba al cadalso, ambiente peor de intolerante que el de la monarquía que se buscaba erradicar.

Así en la revolución, Saint Just acusó -estimulado por Robespierre-, a Dantón de hablar mal del movimiento, por lo que Dantón fue sentenciado a muerte. Y éste, en gesto de desagravio, sólo pidió dos cosas: que su cabeza fuera exhibida en público y que le dieran sus testículos a Robespierre, pues los iba a necesitar. 

No pasaron tres meses de su ejecución cuando Saint Just y Robespierre fueron decapitados también, acusados de nimiedades que cualquier jurado los habría absuelto. 

Los revolucionarios odiaban cada vez más a los monárquicos; cada bando estaba convencido que enarbolaba la bandera de la verdad absoluta, y debería acabar con los que pensaran diferente de ellos. 

Así continuó el proceso revolucionario hasta que finalmente se construyó una república -que repudiaba a la monarquía- pero terminó siendo tierra de injusticias, y con una división entre monárquicos y revolucionarios que la debilitó tanto que, muy pronto, Napoleón Bonaparte tomó el poder y se convirtió de facto en monarca, gracias a la revolución anti monárquica.

Los mexicanos debemos cuidar que los deseos de restablecer el estado de derecho no provoquen una insurrección que fine a las pocas instituciones que ha dejado de pie un sistema que combate con hechos las leyes.

Quienes estén en contra del sistema corcholatero, que voten, pero en las urnas, no en redes sociales, en contra, y hasta allí termina su compromiso con la patria.