26/Jun/2024
Editoriales

Las promesas electorales

Bien decía Francisco de Quevedo, que ‘nadie ofrece tanto como el que no va a cumplir’. Hace tres lustros presenté ante el congreso del estado una iniciativa de ley para castigar a los gobernantes que durante su campaña electoral hayan mentido, prometiendo cosas que no cumplirían. No se vale que con engaños se gane una elección, ilusionando al electorado con promesas vanas. Mi iniciativa la congelaron en las comisiones legislativas, pues nadie quiere ponerle el cascabel al gato temiendo las consecuencias y reacciones de los gobernantes mentirosos.

 Perniciosa costumbre es que todos los partidos y sus candidatos prometan el topus uranus, -cielo en la tierra- inasible, apostándole a que la sociedad olvida todo. Ya hemos visto candidatos -y hasta gobernantes-prometiendo túneles en nuestros cerros la cancelación de impuestos, y cualquier cantidad de proyectos oníricos.

 Posiblemente piensen que son candidatos en Estados Unidos, o Inglaterra, países que no regulan las promesas políticas y tampoco tienen tantos elementos de control en sus procesos eleccionarios. 

 Pero en otros como Canadá y Australia, que son federaciones parlamentarias que eligen legisladores federales y provinciales, se van al extremo de que los jueces revisan las promesas de los candidatos para verificar que no invadan potestades ajenas a su competencia.

 Más aún, en Emiratos Árabes, el Mulá -juez religioso- revisa las propuestas del candidato de su circunscripción para ver que no viole las normas de El Corán. En Rusia se discute una ley que prohíbe las propuestas irrealizables, sancionando con multas económicas y en reincidencia, con la cancelación de la candidatura del mentiroso. Hasta en Cuba, que no se distingue por ser precisamente un país democrático, si el legislador no cumple sus promesas de campaña y se aparta de los lineamientos del Partido Comunista, pierde la confianza del electorado y es removido de su cargo.

 Los sistemas electorales son muy variados, pues obedecen a la realidad de cada nación. En Europa los candidatos a eurodiputados en vez de participar en debates, se les concede tiempo en televisión para que lean sus propuestas, sólo para efectos informativos oficiales, pero no se permiten las réplicas como se hace en América, imitando a Estados Unidos. 

 En nuestro México acabamos de pasar por una campaña criminal, y no me refiero a los asesinatos de muchos candidatos, sino a los debates donde se dice cualquier cantidad de mentiras, pero nadie las recuerda al día siguiente, sobre todo si hubo algún agarrón destructor de reputaciones de algunos candidatos y hasta de seguidores que por las redes sociales se manifiestan como tales.   

 Aquí existen dos tipos de plataformas electorales en las campañas: La del partido postulante y sus candidatos, versus las promesas callejeras de campaña, en las que de viva voz del aspirante le promete a los electores, a cambio de su voto, obras y acciones de gobierno que no son factibles, ya sea técnicamente, o por razones económicas.

 El avance de la tecnología no mejora la democracia. La video política pondera más la imagen que las propuestas, pues un buen lema o una canción pegajosa en spots sustituye a los programas de gobierno. La ciber política que debiera potenciar el proceso por la apertura democrática que representan las redes sociales, resultó un degradante más del desarrollo político al transmitirse videos y fotografías ‘fakes’, memes e insultos que hasta hace poco tiempo eran inéditos.

 

 Insisto en mi iniciativa. Mientras no se regulen y castiguen las promesas incumplidas de campaña, todo el esfuerzo por transparentar los procesos electorales se cae por la borda. Hay otros ángulos dañinos que abordaré próximamente, como las encuestas usadas de propaganda política y la obligación de los partidos a cumplir con sus plataformas electorales, comenzando por postular candidatos que piensen congruentemente con ellas.