Marzo 27 de 1847: Capitula el Puerto de Veracruz frente al ejército invasor norteamericano, después de una heroica defensa. Desde el 9 de marzo habían desembarcado en las cercanías del puerto 14 mil marines comandados por el capitán Winfield Scott, y los coroneles Twigs y Worth, quien era famoso por haber ejecutado a todos los indios seminoles de Florida. En Washington decidieron mandar tropas de Nueva Orleans a Veracruz por su cercanía a la ciudad de México. Además, el Fuerte San Juan de Ulúa era inexpugnable desde el mar, pero por tierra era diferente, aunque se le consideraba una de las fortificaciones más seguras del continente.
Entre los días 22 y 27 de marzo, Scott asedió implacablemente al puerto de Veracruz, aumentando los bombardeos hacia objetivos militares, pero había muchos “daños colaterales” entre la población civil. Este bombardeo es el más criminal y despiadado que haya sufrido jamás ciudad alguna en nuestro país (otro que podría compararse fue después, cuando el francés Forey bombardeó Puebla en 1863). Sin embargo, los soldados y los habitantes mexicanos del puerto, lejos de ceder, dieron muestras de valor increíbles, y el 24 de marzo los cónsules de España, Inglaterra y Francia se presentaron ante Winfield Scott a solicitarle un alto al fuego para que salieran de Veracruz las mujeres y los niños. Scott respondió con un discurso breve: ¡No!. Suspendería el bombardeo sólo cuando le entregaran la plaza, así que, ante la negativa de soldados y pobladores mexicanos, se incrementó el castigo.
Los defensores eran sólo 3 mil soldados comandados por el general Juan Morales, Manuel Villanueva y José Luelmo, sin embargo, la plaza se entregó hasta que la ciudad estaba destrozada, sin víveres ni municiones para su defensa.
Así fue que el 27 de marzo se elevó una banderita blanca, como con ganas de que no la vieran los gringos, pero sí la registraron entrando a la ciudad los invasores. En ese momento cayó Veracruz e inmediatamente cayó México y la Capitulación se hizo con todos los honores para los vencidos, respetando la propiedad privada y el culto católico, utilizando el viejo truco de hacer sentir bien a sus víctimas, dándoles trato de héroes para que no queden con resabios y hagan guerra de guerrillas. Pero las altas temperaturas primaverales continuaron con la resistencia, pues llegaron acompañadas de la fiebre amarilla, y los norteamericanos tenían prisa por salir de Veracruz. Scott enviaba partes de su tropa cuando le llegaban recursos de EU, los que estaban racionados porque el presidente Polk quería nombrar al senador de Missouri, Tomas Hart Benton, como cabeza de la misión rumbo a la ciudad de México.
Estas actitudes abundaban porque la política norteamericana estaba caliente pues Scott era parte de los Wighs anti esclavistas, lo cual molestaba a Polk, quien no tenía en mente su reelección, pero no quería que la presidencia cayera en manos de los wighs, y además Polk murió en 1849. Los altos políticos norteamericanos temían que Taylor o Scott aprovecharan sus triunfos militares en México capitalizándolos rumbo a la sucesión presidencial, pues los informes que enviaban eran exagerados, para hacer más meritoria la victoria norteamericana, que era suya (de Taylor y de Scott).
Lo cierto es que el Puerto de Veracruz se rindió en un día como hoy de hace 176 años, después de un verdadera defensa histórica.