12/May/2024
Editoriales

Heródoto, el padre de la historia

Historia es un término griego -storein-, que significa investigar, indagar, buscar. Su primer exponente fue Heródoto quien nació en la ciudad de Halicarnaso, Asia Menor, poco antes de que el rey persa Jerjes lanzara su tremenda expedición contra Grecia (400 adC.). 

No es casual que Heródoto sostuviera que la guerra merece ser escrita con detenimiento, documentos originales y narraciones de los participantes en ella. Los escritos de este sabio solían ser vivencias, pues Heródoto fue un viajero empedernido. En Atenas conoció a Protágoras y a Sófocles, quienes influyeron en su obra, y viajó también a Egipto, a Fenicia, Mesopotamia, al sur de Rusia, Bulgaria, y Rumanía pue su deseo era conocer y vivirlo todo. 

Se dice que murió en Turios a los sesenta años de vida, mientras ordenaba sus archivos. Su obra más importante como historiador es Historias, de nueve libros que escribió al inicio de la guerra del Peloponeso, en el año 430 adC. los cuatro últimos libros son acerca de los conflictos entre las ciudades – Estado griegas y los persas. 

Heródoto fue testigo de los hechos que narra, aunque su obra es difícil de paleografiar, pues en su época los textos griegos se escribían de otra forma a como se hace en estos tiempos. 

Fue un historiador imparcial, mostraba simpatía por los griegos porque fueron agredidos por los persas, pero escribía las razones de ambas partes. Viajaba para escribir sólo aquello que había visto, lo que le contaban los protagonistas o testigos de los hechos. El resultado de sus investigaciones tras examinar restos arqueológicos y monumentos, tras consultar con los estudiosos de los lugares visitados, sacerdotes, eruditos que le ayudaban a descifrar los jeroglíficos y tabletas cuneiformes, lo escribía. Cuando dudaba de lo que le contaban, escribía: _mi obligación es informar cuanto se dice, pero no estoy obligado a creerlo todo.  

El núcleo central de su obra son las Guerras Médicas. Debo aclarar que el término médico es un gentilicio escita, que significa país, tierra, y que indica la región asiática conocida como Media antiguamente.  

Leer a Heródoto es comparar sin querer su estilo con el de los relatos que hicieron en la conquista de América: Bernal Díaz del Castillo, Fernández de Oviedo, Bernabé de las Casas, Hernán Cortés, en sus Cartas de relación, y Alonso de León en su Relación y discursos del descubrimiento, población y pacificación del Nuevo Reino de León; temperamento y calidad de la tierra.  

Desde luego que se trata de épocas muy diversas, pero ellos también escribieron lo descubierto en América. 

Heródoto fue al mismo tiempo el padre de la Historiografía y la Microhistoria, con su metodología aplicada a sus detalladas investigaciones. 

Escribió siempre en primera persona, mencionando la palabra “yo” cuando menos mil veces. En sus crónicas nunca emitió una palabra de odio, sólo presentaba sus investigaciones para que el tiempo no sepultara el recuerdo de los hombres y sus acciones, y para que las grandes empresas de los griegos y los bárbaros no se olvidaran. 

Por Heródoto sabemos que los reyes persas pintaban sus labios y se daban rayas de lápiz de color debajo de los ojos y carmín en la cara, y portaban pelucas de pelo artificial. Fue el primero en describir a la Historia como ciencia y disciplina desgajada en la literatura, por eso es un escritor serio que nunca pretende haber visto más de lo que vio: el historiador se hace cargo de la tradición oral y de los testimonios del pasado tomando distancia y manifestando sus fuentes. 

Conocer la vida de Heródoto es apreciar más el oficio de historiador aficionado.