05/May/2024
Editoriales

El origen de las especies

Charles Darwin publicó en 1859 este famoso libro que convenció a muchos científicos de que la evolución biológica era una realidad, y que las nuevas especies nacían gracias a la lucha por la sobrevivencia. 

Sin embargo, como en todas partes y épocas, hubo oposición a su teoría, así que entre sus críticos estaba Jean Louis Agassiz quien lo criticaba en forma mordaz por largo tiempo, aprovechando que Darwin estaba delicado de salud y no salía a defenderse. 

Esta función (defender su tesis) la realizaron Charles Lyell y Thomas Huxley, discípulos del naturalista. Las disputas sobre el mecanismo de la evolución cesaron hasta que en 1901 llegó el descubrimiento de las mutaciones. 

Pero mientras sucedía, muchos de los opositores al Origen de las Especies eran los religiosos, pues el universo de Darwin parecía obedecer a la causalidad o al azar, nada de crédito le daba a Dios. Aparecieron científicos que se avocaron a escribir obras enfocadas a reconciliar las dos posturas, de “El libro de la naturaleza, y La Biblia” en cosas como la edad de la tierra y el diluvio. 

Charles Darwin siendo un creyente activo (estudiaba para sacerdote cuando realizó su famoso viaje marítimo donde coleccionó ejemplares demostrativos de su tesis), terminó siendo agnóstico. Y la confronta con la Iglesia arreció cuando el científico incluyó al hombre en su tesis de las especies con su El origen del Hombre, publicado en 1871, pues en él afirma que no hay una marcada diferencia entre el hombre y el resto de la naturaleza. 

El obispo Wilberforce debatió con Huxley y le preguntó si se consideraba descendiente del mono por vía paterna o materna, a lo que éste le respondió que si él decidiera entre descender de un mono o de un hombre dotado de gran elocuencia y cultura pero que las utilizaba para desacreditar a los que buscaban la verdad, se inclinaría por el mono. 

Más que la Iglesia, fueron sus representantes los que se aferraban a su interpretación de la Biblia, y así murieron en la hoguera Giordano Bruno y Miguel Server; Copérnico hubo de abdicar de sus ideas y Galileo murió en arresto domiciliario por sus tesis científicas. 

La Iglesia se ha modernizado y hoy tiene como pontífice a un culto hombre latinoamericano que ha estudiado varias ramas científicas y sabe armonizar las dos posturas que no deben ser confrontadas, pues una cosa es el saber científico y otra la creencia en un ser supremo que permite la transformación de toda la Creación.