08/May/2024
Editoriales

La burocracia pesa

Por burocracia se entiende una influencia excesiva de funcionarios en los asuntos públicos. Esto es justificable cuando el tema es delicado, siempre que no sean los mismos individuos quienes lo determinen, porque se presta para que antepongan sus propios intereses a los de los gobernados, sean súbditos o ciudadanos.  

Como fue el caso a mediados del siglo XIX, durante el restablecimiento de la Constitución de Cádiz, hace doscientos años. Se había promulgado cuando el rey Fernando VII era preso del “El pequeño cabo” de Córcega (Napoleón), y una vez liberado, en 1814 el propio monarca abolió la Constitución, regresando al absolutismo. Pero la presión de los liberales de Sevilla y Buenos Aires, forzaron a Fernando VII en marzo de 1820 que la restableciera. 

Así, en todo el Imperio se juró de inmediato la Carta de Cádiz que concedía la igualdad, el derecho a votar y ser votado para Cortes del Imperio, Ayuntamientos y Juntas provinciales, antecedentes de los poderes legislativos de los estados y del poder judicial independiente. 

Pero en Nuevo León la Constitución no se juraba porque Joaquín de Arredondo, comandante de las Provincias Internas de Oriente, alegaba que no estaba claro si la Constitución se aplicaría en América o sólo su forma de jurar. Esta burocracia retrasó todo hasta que el Ayuntamiento de Monterrey forzó las cosas para llevar a cabo su juramentación aunque hubo de aceptar un ritual complicado, a la medida del ego de Arredondo. 

El Acta de Cabildo de agosto 15 de 1820, así lo evidencia. Se colocó una pintura del rey, a la que se le hizo guardia como si fuera él en persona, mientras al representante del rey y comandante provincial (Arredondo) se le besaba la mano. El protocolo comenzó en las Casas Reales, saliendo en procesión el gobernador, el Ayuntamiento, la nobleza, el Ejército, la República de los Naturales (indígenas civilizados) y vecinos prominentes encabezados por la pintura del Rey, a la casa de Arredondo, ubicada en la ahora calle del Padre Mier al poniente.   

La procesión llegó a la morada del Comandante quien finalmente entregó una copia de la Constitución, simbolizando que el rey entregaba al pueblo del Nuevo Reino de León los derechos contenidos en la Carta de Cádiz. En ese momento repicaron las campanas, se dispararon balas de salva, y se retornó toda la comitiva, ahora con el Comandante, a la Plaza de Armas, hoy Plaza Zaragoza.  

En la plaza ya estaba el ambiente festivo lleno de reineros animados por la música de un Batallón procedente de Veracruz, que era el grupo rudo de Arredondo, al que pertenecía Antonio López de Santa Anna, aunque se desconoce si este agresivo militar estaba presente en el evento de marras. 

Una vez sentadas en el estrado las autoridades, el secretario del ayuntamiento leyó la Constitución, después Arredondo habló y de nuevo tronaron las salvas y repiques. Para terminar esa parte del protocolo se colocó frente a las Casas Reales una placa con letras de oro en conmemoración del acto. Se ignora cuándo desapareció esa placa. 

Acto seguido, el gobernador de la provincia lanzó a los asistentes al convivio un bolo consistente en una buena cantidad de monedas que los miembros del Cabildo habían reunido. Después, la comitiva original acompañó al Comandante provincial de vuelta a su casa, y se colocaron bandos en plazas, cruces de caminos y entradas a los templos, relativos a que la Constitución de Cádiz había entrado en vigor, modificando la vida de todos los reineros. 

 Después, de nuevo fueron el gobernador y el Cabildo a la casa de Arredondo a informarle que se habían colocado los bandos, repicando esa noche las campanas y se ordenó que la Ciudad siguiera iluminada por tres días, colocándose lámparas o veladoras en las ventanas, balcones y puertas en toda la Ciudad. Y para terminar todo el protocolo, hubo un baile popular en la plaza. 

 Dieron fé= Francisco Bruno Barrera, José Alexandro (Alejandro) de Treviño y Gutiérrez, Santos de Uribe, José Antonio de la Garza y Saldívar, José Antonio Rodríguez, José María González, José Rafael de la Garza, Nicolás José de la Garza y Guerra, José Miguel de la Garza, José Leonardo Guerra, Juan José Taméz, Juan José Martínez, Julián de Arrese, Pedro Treviño, Pedro Ygnacio de la Garza, Francisco Tomás de Yglesias, Pedro José Morales, Secretario = Entre renglones = Francisco Bruno Barrera, habiendo dado principio a ella el Señor Comandante General, todo vale. 

Este fue uno de los últimos actos del poder español en el Nuevo Reino de León, pues un año después, en 1821, se consumaría la Independencia. La burocracia encabezada por el Comandante Arredondo retrasó el juramento de la Constitución de Cádiz, aduciendo que era algo muy importante, tan sólo para demostrar quién mandaba en esta provincia, pero si se tarda más, ni ese breve tiempo hubieran podido disfrutar los reineros esa Constitución que los transformó de vasallos a ciudadanos.