Los seres humanos tenemos todos una gran semejanza física; las diferencias entre unos y otros depende sólo de unos cuantos cromosomas.
Tenemos 46 cromosomas en cada célula de nuestro cuerpo, y con un solo par se determina el sexo de la persona.
También existen semejanzas en muchas emociones, pues a todos nos da tristeza o alegría con condiciones similares.
Ergo es normal que haya muchas actividades instituidas que parecieran ser diversas, como es el caso de los partidos políticos y de las religiones, que en el fondo se parecen.
Desde luego que las doctrinas religiosas aparentan ser muy diferentes, pero en realidad son parecidas en los aspectos importantes, pues todas buscan la paz y satisfacción espiritual del individuo.
Veamos algunos ejemplos:
El budismo dice: No ofendas a los demás como no quisieras verte ofendido.
El brahamanismo postula que todos tus deberes se encierran en esto: no hagas a otros nada que te doliera si te lo hiciesen a ti.
El confucionismo se pregunta: ¿Hay alguna máxima que deba uno seguir en la vida? Lo que no deseamos que nos hagan, no lo hagamos a los demás
El islamismo dice: Ninguno de vosotros será verdadero creyente, a menos que desee para su hermano lo mismo que desea para sí mismo.
El zoroastrismo enseña que: Es bueno el que se abstiene de hacer a otros lo que no es bueno para uno.
El judaísmo dice: Lo que no quieras para ti, no lo quieras para tu prójimo; esto es toda la ley; lo demás es comentario.
El Cristianismo enseña: Haced vosotros con los demás hombres todo lo que deseáis que hagan ellos con vosotros, porque ésta es la Ley y los Profetas.
Y el Taoísmo dice: Sean para ti, como tuyas, las ganancias de tu prójimo y, como tuyas sus pérdidas.
Las libertades ciudadanas en los sistemas democráticos nos permiten profesar la religión que queramos y, desde luego, ser agnósticos o ateos. Esta comparación de lo que inculcan las religiones en uno de los aspectos más relevantes como es el comportamiento y trato entre todos los seres humanos, nuestra que en el fondo todas desean lo mismo.
