07/May/2024
Editoriales

Anita, te amo

Ochenta pesos marcó la máquina automática del estacionamiento, como requisito para que la pluma de salida se levantara y pudiera yo salir con mi auto del Parque Fundidora. ¡Ochenta pesos! Mismos que no traía, y el único billete que bailaba en la panza de mi billetera era de una denominación mayor a la que aceptaba la dichosa máquina cobradora.

Mi esposa tampoco llevaba dinero, así que hube de pedir apoyo a un amigo que, riéndose, me prestó un billete de cien pesos; y digo que me prestó porque hoy lunes sin falta le buscaré para pagárselos. 

Esto sucedió el sábado pasado que fui a ver la ópera Anita, montada en el auditorio Carlos Prieto del Parque Fundidora. Traerla a la Ciudad es mérito de MOS -México Ópera Studio- una institución filantrópica local que fomenta el desarrollo de artistas, cantantes de ópera, pianistas y bailarines, acompañándolos hasta que alcanzan niveles competitivos en los planos nacional e internacional. Para lograr el ambicioso objetivo de presentar tan bella obra participaron también Conarte y la Secretaría de Extensión Cultural de la UANL.

Los artistas que participaron en sendos papeles se emplearon a fondo, y el público que llenó todo el auditorio respondió con fuertes aplausos y una gran ovación final.

Ellos son el tenor Salvador Villanueva y la soprano Valeria Vázquez, así como los barítonos Alexander Leal e Isaac Herrera.

Es una microhistoria de la Batalla del 2 de abril de 1867, en la que el general Porfirio Díaz derrotó al mejor ejército del mundo, como era considerado el francés de Napoleón III.

A pesar de ser mexicano el compositor, Melesio Morales, el idioma es italiano y la traducción estaba en leyendas de color rojo en un fondo negro que era casi imposible leerlas.

Sin embargo ni falta hizo, pues todos entendimos los mensajes en las estupendas voces de los cantantes cuya actuación fue estupenda.

Anita estaba en deuda con un militar francés (Gastone) que le había salvado de ser ultrajada por una turba y ella se había enamorado de ese tipo que, de pronto se le aparece herido en su casa, mientras rezaba para que México derrotara a los invasores franceses.

Ella le cura una herida y lo esconde en su casa pero regresa su hermano que luchaba contra los franceses por patriotismo y también para vengar la muerte de su padre.

Llegó acompañado de un pretendiente de Anita (Rodrigo), así como de otros combatientes mexicanos victoriosos que celebraban la victoria militar de los mexicanos en esa batalla.

Pero entre los brindis Rodrigo incomoda con sus pretensiones a Anita y Gastone sale de su escondite a defenderla y es apresado además de golpeado, aunque no lo matan por la intervención de Anita.

Después Anita va y lo libera, pero Gastón pierde demasiado tiempo declarándole su amor que es correspondido por ella hasta que acepta huir, con tan mala suerte que, como suele suceder en las óperas, matan a Gastone y cuando el celoso Rodrigo ve cómo se duele Anita por la muerte de su amado, invocando traición a la patria, también la mata. 

La obra termina en forma espectacular cantando el himno nacional mexicano a la llegada del general Porfirio Díaz. 

El público eufórico y de pie terminó aplaudiendo con el espíritu patriótico inflamado. 

Este ejemplo del éxito artístico debiera cundir entre los autores mexicanos de libretos para que escriban más obras de las pocas guerras que hemos triunfado, pues las perdidas ya están muy vistas.

En lo que a mi ‘guerra’ personal contra el pago del estacionamiento corresponde, considero que la gané, aunque Hubo de ayudarme un buen amigo, prestándome algunas ‘municiones’.