05/May/2024
Editoriales

Qué bonito es ser feliz

En las encuestas que miden la felicidad de la población, nuestro país siempre ocupa un mejor lugar que Estados Unidos, Francia y Alemania. Esto es inexplicable para quienes no nos conocen; pobres, ignoran que ignoran.
No comprenden cómo somos felices y al mismo tiempo millones migran a Estados Unidos. Ciertamente no es fácil encontrar una respuesta lógica a nuestra felicidad y, como casi todo en la vida, existen tres posibilidades: 1. Porque así es nuestra naturaleza; 2. Porque tenemos una sabiduría similar a la de Sócrates; o 3. Porque nuestra ignorancia es infinita.
Así es nuestra naturaleza. Frente a las tragedias lloramos al principio, pero inmediatamente nos reímos de ellas; es decir, combatimos la tragedia con risa. Los mejores chistes los escuchamos en los velorios; Nuestros corridos convierten en alegría la peor tragedia; y el Día de Muertos es nuestra gran fiesta.
Nuestras canciones populares lo reflejan. “Viva mi desgracia pues ya no me quieres tu, porque estoy decepcionado yo, de todas las mujeres”. “No tengo trono ni Reina, ni nadie que me comprenda, pero sigo siendo el rey”.
No nos importa la riqueza: “El amor cuando es sincero se encuentra lo mismo en las torres de un castillo, que en humilde vecindad”. Y aparentamos no querer lo que queremos “Total. Si no tengo tus besos no me muero por eso, yo ya estoy cansado de tanto besar”. Y somos muy felices cuando no tenemos nada.
Decía Octavio Paz que Moctezuma obsequió a Cortés los mejores manjares, algunos tesoros y las más bellas mujeres de Tenochtitlan, invadido por un vértigo de deseo enfermizo de estimular la ambición del extremeño para que lo derrotara de inmediato, pues la duda si lo haría o no, lo mataba. Ante el peligro, nos arriesgamos más, prefiriendo un desenlace fatal inmediato que una incertidumbre larga.
Nuestra sabiduría es como la de Sócrates. La ilustraré con la conocida anécdota:
Sócrates paseaba por el principal mercado de la Ciudad, y un discípulo le preguntó:
_”Maestro, los sabios llevan una vida simple, pero tu caso es extremo pues ni siquiera calzas un par de zapatos. Y todos los días te vemos caminar por el mercado admirando las mercancías” ¿Podríamos darte dinero para que te compres algo?
_ “Tengo todo lo que deseo”, respondió Sócrates. “Me encanta ir al mercado a descubrir que sigo siendo completamente feliz sin todas esas cosas”.
Que tenemos una ignorancia infinita. Al carecer de servicios indispensables como seguridad pública, justicia despolitizada, empleos bien remunerados, salud eficiente, equilibrio ecológico, y programas culturales y educativos modernos, pensamos que así es la vida, y nos vamos a ver el fútbol y/o a echarnos unas “Chelas”.
Nos sucede lo que al miope convencido que el mundo es borroso, y hasta que se gradúa lentes entiende su error; pero no nos gusta visitar al oftalmólogo, así que nunca sabremos lo que nos falta para ser realmente felices.
Es que en el fondo creemos que los locos son felices, y por eso nos hacemos los locos. Por supuesto que también tenemos tristes; pero hasta eso ayuda, porque así existe un punto de comparación de nuestra felicidad.