06/May/2024
Editoriales

¿Qué crees que pasó?

Julio 29 de 1936: Culmina en balacera un manifestación obrera en la Plaza Zaragoza de Monterrey. El resultado fue de tres muertos y decenas de heridos. La recién fundada CTM nacional (en febrero de 1936) nombró en NL a Tomás Cueva como líder, quien organizó un mitin en la Plaza Zaragoza exigiendo: disolver los grupos de choque o Guardias Blancas; respeto a los sindicatos, y una ley de inquilinato. Los oradores fueron: Tomás Cueva, Antonio Moreno, (Mineros, Metalúrgicos y Similares) y otros más, dirigentes de albañiles, hoteleros y estudiantes. No fueron lejos por la respuesta, pues les llovieron de la banqueta frente al Casino Monterrey, ladrillazos y hasta balas, muriendo Feliciano Alcocer, de la fábrica de Muelles Hércules; J. Guadalupe Palacios, de Unión de Artes Gráficas, y José Bárcenas, de la Unión de Empleados de Hoteles, Cantinas y Restaurantes. Heridos: el propio Tomás Cueva, el ferrocarrilero Cristóbal Reyes, Julián Yáñez, de la Fábrica de Ladrillos Refractarios, y otros trabajadores. Ante los hechos, el gobernador Anacleto Guerrero, que tenía 3 meses en el poder, ordenó detener a 525 personas, entre ellas a destacados empresarios de apellidos muy conocidos que fueron trasladados al Campo Militar, a cargo del general Juan Andreu Almazán. Corrió la especie de que llevarlos al campo militar era para protegerlos, pues la turba quería lincharlos. Después Almazán sería candidato a la Presidencia de la República por el Partido Revolucionario de Unificación Nacional, el Partido Laborista Mexicano y Acción Nacional, contra Manuel Ávila Camacho, candidato del presidente Cárdenas y el PRM. El conflicto se originó en un proyecto de Código Laboral Federal que la Coparmex impugnó en 1931 y el presidente Ortiz Rubio sostuvo. El operador de la iniciativa fue el secretario de Industria, Comercio y Trabajo, Aarón Sáenz –que acababa de ser gobernador de NL- y una vez que el Código Laboral fuera aprobado por la Cámara de diputados federales, un grupo de patrones, encabezados por Luis G. Sada y Joel Rocha, querían que Ortiz Rubio vetara esa ley. Ambos (Sada y Rocha) tenían el respaldo del influyente periódico Excélsior, que dirigía el también empresario nuevoleonés Manuel L. Barragán. Así que, enfrascados en el debate nacional estaban empresarios locales y el más importante periódico nacional, contra el presidente Cárdenas y el ex gobernador Aarón Sáenz. 

La gota que derramó el vaso fue la huelga de Vidriera Monterrey –1º de febrero de 1936- a unos días de la fundación de la CTM nacional (24 de febrero), que obligó al presidente Cárdenas a apersonarse en la Ciudad, pues el gobernador saliente Gregorio Morales estaba rebasado por el conflicto. Durante 4 días Cárdenas platicó con las partes y antes de alzar el vuelo, expuso 14 puntos destacando que los conflictos laborales deberían resolverse en los tribunales especializados, subiendo más aún la retórica del debate, y sobrevino, meses después la tragedia que hoy recordamos. En el tracto de 1934 a 1940, en Nuevo León se formaron diversas organizaciones obreras y los patrones hicieron lo propio en asociaciones como Acción Cívica Nacionalista y se formó la primera organización unitaria de sindicatos blancos, la Federación de Sindicatos Independientes. 

Con estos hechos, quedó bien clara la pugna entre el presidente Cárdenas y los empresarios regiomontanos por el control de las organizaciones obreras. Pero la crisis tocó fondo y poco a poco, el gobierno revolucionario fue apoyando al grupo patronal con créditos, protección ante los mercados internacionales y control político de los obreros. Por su parte, a los obreros se les dieron más y más prestaciones hasta que se llegó a un nivel digno conforme a la Constitución, y en algunas empresas superaron esa rasante. Las relaciones laborales fueron mejorando al grado que hubo una prolongada paz laboral que permitió avanzar mucho a nuestro país en el contexto internacional, mientras en Nuevo León también campeó la armonía en los centros productivos.