05/May/2024
Editoriales

La Ópera de Monterrey

La ópera es una obra dramática musical cuyo texto se canta, total o parcialmente, con acompañamiento de una orquesta. Por tratarse de un arte clásico europeo, en México se le considera espectáculo refinado al que poca gente tiene acceso, y por tanto, elitista. 

En nuestra Ciudad siempre ha existido una buena afición por el bel canto italiano, de finales del siglo XVII e inicios del XIX, con las composiciones de Bellini, Rossini, y Verdi. Casi todas las obras que ocasionalmente se presentaban en Monterrey, tenían éxito asegurado, hasta que en 1952 se creó la Ópera de Monterrey, una empresa impulsada por Rogelio Elizondo García, Rafael Valdés, Francisco Treviño, Luis Fumagallo, Genaro Cueva Domínguez, Abiel Treviño, Domingo Benavides Pompa, y José Salinas Iranzo. Estos personajes de la cultura regiomontana eran aficionados a la ópera y, como arquetipo del actuar de nuestra iniciativa privada, buscaron compartir su gusto con toda aquella persona que se sintiera atraída por el arte.

Ellos gestionaron apoyos del Instituto Nacional de Bellas Artes para establecer una organización operística con orquesta de ópera, coros de ópera, y para que se apersonara en la Ciudad el director de escena Carlos Díaz Dupont, y el escenógrafo Antonio López Mancera.    

El financiamiento se lograba gracias a un convenio conseguido con el gobierno estatal para poder recibir donativos, pues montar un espectáculo de ese calado implica muchos gastos.

Así que se consiguió que en la Ciudad hubiera buenas obras a cargo de La Ópera de Monterrey que ofrecía dos funciones de cada representación, y asistían unas mil 800 personas en cada una de aquellas funciones.

Así pisaron escenarios regiomontanos Giuleta Simionato, Antonieta Stella, Victoria de los Ángeles, Irma González, más el barítono Bastianini, el coro Monteverdi de José Hernández Gama, y otros artistas de ese calibre.   

Desafortunadamente hubo problemas de corte político que desembocaron en una manifestación gigantesca en contra del Libro de texto gratuito, en tiempos del gobernador Eduardo Livas Villarreal, y los apoyos de la iniciativa privada para algunos proyectos culturales fueron cancelados, y entre los que naufragaron estuvo en primera línea la Ópera de Monterrey.    

Afortunadamente, en el año de 1995, en tiempos del gobernador Rizzo García, se fundó el Consejo para la Cultura y las Artes de Nuevo León -Conarte-, organismo estatal descentralizado que impulsa las expresiones artísticas, difunde nuestro patrimonio cultural, y administra los espacios públicos culturales.

Por ejemplo, hace unos días se abrió al público el LABNL en la Plaza de la República, un hermoso espacio abierto que servirá de marco para muchos eventos culturales.

En fin, a donde voy es que desde que se creó Conarte, las funciones de ópera son frecuentes, y se cubrió el hueco que dejó aquella desaparecida Ópera de Monterrey que cultivó a la generación de mediados del siglo XX.