06/May/2024
Editoriales

Justicia para todos, incluyendo a los mexicanos

Al reavivar la Ley Antinarco da la impresión que Estados Unidos prepara incursionar en nuestro territorio nacional para perseguir a los carteles de la droga. De unos meses a la fecha hemos visto por televisión a legisladores norteamericanos exigiendo que su país combata directamente a las bandas criminales mexicanas declarándolas terroristas. 

Esto es de suyo peligroso porque nuestra soberanía está en juego y con los antecedentes de la Guerra de Invasión de 1846, la intentona de Toma de Veracruz en 1914, y la Expedición Punitiva de 1916, se trata de una acción que de inmediato debe sentarse a negociar el gobierno mexicano.  

Entre muchos otros problemas que inciden en ese asunto, está el de nuestra legislación que no es lo suficientemente clara acerca de las drogas, pues prohíbe su distribución pero autoriza su consumo desde 1940 con el Reglamento Federal de Toxicomanías, impulsado por el presidente Cárdenas.

Además en este sexenio se ha implantado el lema de: Abrazos, no Balazos para combatir al narco mexicano, lo que ha fortalecido a los cárteles de la droga.   

Cuando no se señalan claramente los límites de la legalidad sucede lo mismo que con la falta de rayas blancas en el pavimento que delimiten los carriles en las carreteras. Los  automovilistas invaden los carriles contrarios provocando accidentes y muchos hasta se salen de la carpeta asfáltica, cayendo fuera de ella.  

Las rayas de los caminos equivalen a las leyes que determinan y limitan el carril por donde debemos transitar en la vida. Si no es clara la línea que no se debe cruzar es más fácil que haya quien se anime a delinquir, y más cuando no se aplican sanciones y hasta se les trata con abrazos, pues terminará volcado en el precipicio de la ilegalidad donde no se sabe hasta dónde se toca fondo. 

Por eso hay grandes molestias cuando a una persona que transita dentro de las leyes –o rayas del camino- le suceden actos de violencia como asaltos o secuestros, tal como sucede diariamente en todo el país.

Ahora los vergonzantes hechos cometidos en Matamoros fueron en contra de estadunidenses y esa es la gota que podría derramar el vaso lleno. 

Ciertamente la autoridad tiene la obligación de hacer que todos respetemos las leyes, es decir, las rayas que delimitan una vida dentro de la legalidad, tranquila, sin grandes riesgos y zozobras. 

Pero la violencia del narco invade todas las esferas sociales y ya hasta perdimos la capacidad de asombro, pues todos los días amanecemos con noticias horrendas, y la autoridad sólo narra los hechos pero no los combate. 

El gobierno no sólo debe actuar con las presiones extranjeras, pues debiera preocuparse más por las quejas de los mexicanos, como el de la familia de la inocente mexicana que también murió en Matamoros.

Rápidamente rescataron a dos gringos secuestrados y aún así estamos cerca de que ese incidente provoque una invasión a nuestro territorio.

Pero de la mujer asesinada, por ser mexicana, ni su nombre aparece en la prensa, misma que, según escuchamos todos los días a lo largo de varias horas, lo que diga la prensa el único problema que tenemos...