05/May/2024
Editoriales

Nos vemos en el Ambassador… ¿o en el Ancira?

Por décadas la Ciudad de Monterrey fue desdeñada por el turismo; los visitantes venían a hacer negocios, o en viaje de estudios.

Ciertamente la importante actividad económica del turismo es dominada por las agencias turísticas que promueven ciertos destinos de acuerdo a sus intereses.

Esto nos hace pensar que los empresarios hoteleros de nuestra Ciudad, cuyo negocio es el primer beneficiado con el turismo no pudieron acomodarse en los tratos económicos con las agencias, o el gobierno se empeñaba en que la vocación de Monterrey era industrial – comercial y punto.

De los hoteles históricos ‘Iturbide’, ‘’Continental’, Monterrey’ y otros de siglos anteriores, la sociedad regiomontana actual prefirió para socializar a dos hoteles fundados en el siglo XX: Hotel Ancira (1912), y Hotel Ambassador (1953), que se ubican por la calle de Hidalgo a una cuadra de distancia uno del otro. 

El Ancira fue fundado por don Fernando Ancira y el Ambassador por Espiridión Canavati Tafich. Ambos traspasaron sus negocios, el primero a la familia Torrallardona y el segundo a sus cuatro hijos encabezados por Sabás.

La competición entrambos hoteles era en todos los aspectos e incluía -además de los huéspedes-, sus restaurantes y bares, frecuentados por la misma clientela local.

Cada uno con sus propias características: el Hotel Ancira con su historia revolucionaria, estilo afrancesado y un clásico Lobby de película joligudense, mientras el Hotel Ambassador con su arquitectura moderna y un bellísimo emplomado en el techo del restaurante Los Vitrales.

Cuando uno de ellos promovió una tarjeta de Cliente Distinguido que daba acceso a servicios con tarifas preferenciales, el otro de inmediato replicó el esquema. 

Era tanta la emulación en los servicios que los clientes frecuentes nos confundíamos en cual habíamos concertado una cita con algún cliente o amigo.

No fueron pocas las veces que los convocados a un desayuno debíamos caminar de uno al otro para cerciorarnos en cuál habíamos citado a nuestros invitados a desayunar.

Lástima que el gigantismo urbano haya ‘alejado’ a estos hoteles de los nuevos desarrollos comerciales y edificaciones de oficinas, que potenciaron otras regiones de la Ciudad para nuevos hoteles, pues ahora vemos tanto al Ancira como al Ambassador como un par de víctimas de nuestro desarrollo.