06/May/2024
Editoriales

El más respetado de los difamadores

La crítica es necesaria, y puede ser favorable o desfavorable. Generalmente es mejor la segunda, siempre que sea fundada, pues se corre el riesgo de una respuesta sólida.

En el medio científico es conocida la figura del conde de Buffon, Georges – Louis Leclere (1707-1788), autor de ‘Histoire Naturelle’ quien fue un aristócrata francés estudioso del naturismo dueño de una prodigiosa capacidad. 

Este señor entre muchas otras tesis, sostenía que en América había un clima insano y por tanto las especies –incluyendo a los hombres- eran inferiores a los europeos. 

Decía con su inigualable audacia intelectual que gran parte de América estaba cubierta de aguas pútridas y letales, bajo un manto de nieblas de sales ponzoñosas. 

Que los insectos y los reptiles eran además de venenosos, enormes y espantosos. 

Esto hizo que Thomas Jefferson, inteligente norteamericano y gran amigo de Alexander von Humboldt, y de otros científicos europeos -que sería el tercer presidente de Estados Unidos-, saliera a la defensa de los americanos y para ello transportó a París especímenes de animales nativos en América. 

También llevó un análisis meteorológico del clima de Virginia, comparado con el de París, donde salía mal parada la Ciudad Luz. 

La opinión pública dio la razón al norteamericano y quedó la mancha en la trayectoria de Buffon.

Y un día se conocieron el científico y el talentoso político; se cayeron bien y coincidieron en muchas cosas, por lo que con el tiempo Buffon aceptó que ‘no había sido enteramente acertado en sus conceptos’. 

Pero Jefferson no quedó satisfecho con esa carta y a pesar de que Buffon murió, siguió refutando sus calumnias, llamándole al difunto “El más respetado de los difamadores”. 

Es normal que en todos los niveles culturales existan personas que cuestionen a otras con o sin razón; es parte de la  naturaleza humana.  

Sin embargo, criticar a una nación y más a todo un continente, es abarcar mucho terreno, por lo que era lógico que a Buffon le haya contestado fuerte Jefferson, quien por su posición política no le dijo lo que se merecía. Sin embargo, esta es una lección que debemos aprender: a la hora de criticar, hay que medir el tamaño del animal criticado. 

Fuente: Walter Gratzer, doctor del Instituto Nacional de Investigaciones Médicas de Londres