06/May/2024
Editoriales

¿Qué crees que pasó?

Septiembre 18 de 1968: Entra el Ejército a Ciudad Universitaria de la UNAM, en vísperas de la celebración de las Olimpíadas de México que iniciarían el 12 de octubre siguiente. Diez mil soldados ocuparon las principales instalaciones de Ciudad Universitaria, por lo que al día siguiente, el rector ingeniero Javier Barros Sierra encabezó una gran manifestación de protesta por la violación a la autonomía universitaria. La Cámara de diputados, encabezada por el nuevoleonés Luis M. Farías, criticó fuerte a Barros Sierra, motivo por el cual, el rector presentó su renuncia, pero no se la aceptó el Consejo Universitario, y se le pidió que continuara al frente de la UNAM en tan delicado momento.

Fueron doce largos días los que CU albergó a las tropas, pues el presidente Díaz Ordaz temía actos terroristas tal como venían sucediendo en varios países a raíz de los disturbios estudiantiles de París. Cinco días después, el 23 de septiembre, se enfrentaron en el casco de Santo Tomás del IPN un grupo de estudiantes y el Ejército, sumándose la “comunidad Polita” a la lucha anti gobiernista. Ante semejante represión, el 27 de septiembre se realizó un mitin en la Plaza de las Tres Culturas, y se convocó a una magna manifestación el día 2 de octubre en ese mismo sitio. A ese acto asistieron jóvenes de las dos grandes universidades (UNAM e IPN), y otras de la provincia.

Faltaban diez días para la inauguración de las olimpíadas, y el secretario de gobernación, Luis Echeverría Álvarez, solicitó al Ejército su intervención para disolver la reunión masiva mencionada y en Tlatelolco se registró la más sanguinaria represión que se tenga registrada en el México moderno. La masacre dio pie a grandes protestas internacionales y hubo de cambiarse el trato del gobierno así como de la propia sociedad a la juventud, pues pocos creían en ella, por relacionarla con incapacidad. De algo sirvió ese derramamiento salvaje de sangre joven, pues en México se han logrado avances importantes, al considerar a la juventud con capacidad para ocupar puestos de alta responsabilidad en el gobierno y en la Iniciativa Privada. Hubiera sido imposible que nuestra sociedad hubiese aceptado que políticos tan jóvenes como el gobernador electo neolonés, Samuel García, llegase al triunfo electoral a sus 33 años de edad. Las oportunidades a la juventud se abrieron, y aunque fue muy doloroso lo sucedido, la matanza de 1968 posibilitó la transformación nacional.