06/May/2024
Editoriales

Los que gobiernan no deben presumir

La presunción no es una virtud, sino todo lo contrario, pero desafortunadamente todos tenemos cierta proclividad a presumir.

Si alguien presume de cualquier cualidad que tenga -todos tenemos alguna-, la reacción natural de la gente es de repulsión, y tarde o temprano se reflejará en cualquier encuesta de opinión. 

Mi primera incursión en el mundo de las encuestas (del cual poco sé) fue en los tiempos que estudié la educación primaria. 

Teníamos de compañeras en el salón a dos niñas, una bonita y una fea. Noté que todos querían a la fea y no pelaban a la bonita. 

Un día me dediqué a preguntarle a mis compañeritos a qué se debía eso. 

La mayoría me dijo que la bonita sabía que lo era y actuaba en consecuencia, por lo que ya no les parecía bonita. 

En cambio, la fea que también sabía que lo era, ya les parecía bonita por esa humildad. 

Debí aprender en esa edad que quien es inteligente y no piensa que lo es, será un triunfador. 

Y al revés, la inteligencia que se jacta de sí misma nunca accederá a la simpatía general, lo que augura un fracaso en cualquier momento. 

Esto vale también para quienes gobiernan, pues no debieran decir que el pueblo los apoya porque ellos hacen las cosas bien. 

Si es correcta su interpretación acerca de su trabajo, debe ser el pueblo el que lo apruebe, so pena de que tarde o temprano se les voltee la opinión pública, pues como dice el dicho: elogio en boca propia es vituperio. 

Y presumir es un auto elogio…