08/May/2024
Editoriales

Los fraudes como el de Segalmex no son nuevos

Es una desgracia que en nuestro país sea lugar común enterarnos de fraudes en los sectores público y privado. Así jamás saldremos de nuestros problemas, pues abundan personas que buscan cómo ganarse en una sola operación de compra venta, de construcción, o de servicios, lo suficiente para no volver a trabajar en su vida, sin importar la legalidad de sus actos. Claro que defraudan porque hay quien los apoye en la contraparte, de otra forma no sería fraude sino robo. 

  A los mexicanos nos duele más los fraudes en el sector público, como la Estafa Maestra de 7 mil millones y el fraude a Segalmex de 15 mil millones, porque la hacienda pública, es decir todos nosotros, carga con una deuda de 15.1 billones de pesos. Y lo peor es que no se ve que a los verdaderos responsables los apresen, acaso algunos funcionarios menores son acusados. En las obras gigantescas que ahora se construyen, han duplicado sus costos y nadie dice nada.

 Esto ya es una sub cultura nacional, como dijera un ex presidente, pues muchos, casi todos, los fraudes a la nación quedan impunes.

 A guisa de ejemplo, me referiré al periodo del presidente Plutarco Elías Calles (1924 – 1928), que el secretario de hacienda era Alberto J. Pani, quien relata en sus memorias esta anécdota: 

 Le llamó Calles con urgencia, así que Pani entró al despacho del presidente y lo vio en su escritorio con un plano desplegado y sentado enfrente, a uno de sus ministros.

_estoy a sus órdenes, señor presidente, dijo Pani. 

_quiero que se entere de las imbecilidades que hace este hijo de su p… señalando al ministro sentado frente a él.

_este… sin haber llegado a la mitad de la construcción de los edificios escolares, ya se acabó la partida del presupuesto y me pide una ampliación. Es un … y Calles muy molesto dio un puñetazo en la mesa. 

 Yo no creía –dice Pani- que un funcionario de esa categoría soportaría tanta humillación, refiriéndose al Secretario regañado.

 Intervino el Secretario de Hacienda para atenuar un poco la tempestad de insultos pero en cada descubrimiento de los ‘errores’, el general Calles renovaba sus malsonantes exclamaciones y sus golpes en la mesa.

 El secretario mencionado conservó el aliento necesario para culpar a un infeliz subordinado ausente que, según entiendo, fue destituido. 

 Lo asombroso del caso es que el presidente Calles aceptara esa solución y tolerara la subsistencia de ese secretario en su Gabinete. 

 El chivo expiatorio pagó con un tiempo en la cárcel.

Así que, no son ninguna novedad que queden impunes los fraudes en el gobierno.

 

Nota: Pani no anota en su libro de memorias a cuál de sus compañeros de gabinete se refiere como el corrupto o torpe funcionario.