06/May/2024
Editoriales

Rigo Tovar y el movimiento grupero

Ya estaba bien caliente el público con ‘¡Oh qué gusto de volverte a ver!’, y ‘Mi amiga, mi esposa y mi amante’, cuando comenzó a redactar su testamento: _‘A Asunción le dejo aquí mi corazón; a María toda mi alegría; un millón de abrazos para Concepción; a Teresa toda mi tristeza; a la fiel Leticia todas mis caricias…’ la multitud cantó a coro absolutamente toda la canción, y las chicas que se llamaban María, Concepción, Teresa, Leticia y las demás que eran ‘afortunadas’ por aparecer en el testamento de Rigo Tovar, gritaban desaforadas y los jóvenes que las rodeaban les hacían círculos para que embelesadas bailaran. 

Esto mismo se repitió prácticamente en todas las melodías que cantó el matamorense, porque el gentío se las sabía todas pues se escuchaban diariamente en las estaciones de radio de Monterrey.

El recinto para albergar a semejante concurrencia -algunos medios hablan de 200 mil y otros del doble- fue el único con esa capacidad: el cauce del Río Santa Catarina.

Desde media mañana habían llegado algunos jóvenes de las colonias ubicadas en el Cerro de la Loma Larga, como Independencia, Nuevo Repueblo, Alfonso Reyes ‘La Risca’, y todas las del Cerro de La Campana.  

Para el mediodía ya estaban ubicándose en el plan del Río varios contingentes organizados de Guadalupe, Apodaca, San Nicolás, Escobedo, Santa Catarina, y eso que el ‘Día D’ apenas empezaba.

Como a eso de las ocho de la noche, la inédita concentración humana estaba en punto de ebullición, con muchos jóvenes disfrazados de Rigo y algunos de ellos llegaron con guitarras para ambientar las rolas de ‘El Sirenito’ tamaulipeco.

Sin embargo, los responsables de seguridad estatal estaban mortificados debido a que eran demasiados jóvenes inquietos y al no conocerse entre ellos, en cualquier momento podría algún pleito provocar una gran trifulca... y el concierto no empezaba. 

Pero de pronto, a las 21:30 horas Rigo Tovar arribó al sitio bajando una rampa por la avenida Independencia (hoy Morones Prieto), acompañado por el organizador del magno evento, Jesús Villarreal Martínez, quien era el dirigente de los jóvenes del Movimiento Juvenil Revolucionario.

De inmediato se transformó el público, los jóvenes lo ovacionaron por unos diez minutos, pero luego centraron su atención en el estrado. 

Rigo utilizó todos sus recursos histriónicos y su gran carisma cuando cantó sus dos canciones más apetecidas:  

‘Mi Matamoros Querido’, y ‘El Sirenito’.

Aquello se convirtió en un manicomio, las juveniles gargantas se forzaron cantando – gritando al máximo volumen... y bailando todos; nadie escuchaba sin moverse al ver y escuchar en vivo a su ídolo Rigo Tovar:

_‘Cuando buceaba en el fondo del océano, me enamoré de una bellísima sirena, fuera del mar nos casamos en la playa de Caleta; pasaron más de nueve meses sin ninguna novedad, pero cerquita de los trece se enfermó de gravedad: tuvimós un sirenito justo al año de casados, con la cara de angelito pero cola de pescado…’

Ese día, el 21 de octubre de 1981 -hace exactamente 41 años- nació el movimiento musical grupero en grande y fue en Monterrey, con un concierto al aire libre de Rigo Tovar y su Grupo Costa Azul.