Las variantes más transmisibles, en lugar de los cambios en el comportamiento, son en gran parte las culpables

COMO UN villano de LIBRO DE HISTORIAS, la pandemia del covid-19 tiene la costumbre de luchar desde el borde de la derrota. El verano pasado, los políticos asumieron rápidamente que el coronavirus había sido aplastado, solo para que una segunda ola envolviera gran parte de Europa y América del Norte en otoño.

Luego, cuando los programas de vacunas se pusieron en marcha en diciembre, surgieron nuevas mutaciones del SARS-CoV-2 que pueden reducir la eficacia de esas vacunas.

Hoy en día, una tercera ola de infecciones se extiende por Europa, lo que obliga a muchos gobiernos a imponer otra ronda de bloqueos. A partir de la medianoche del 19 de marzo, 21 millones de personas en Francia entrarán en un nuevo bloqueo de un mes, además del toque de queda nacional que ha estado en vigor desde el 16 de enero.

Angela Merkel, canciller de Alemania, advirtió que su país probablemente necesitaría aplicar un "freno de emergencia" y volver a imponer un bloqueo.

El reciente aumento de casos globales es preocupante. Se redujeron a la mitad entre el 11 de enero y el 20 de febrero, pero desde entonces han aumentado en un 30% desde ese punto más bajo.

Los casos son actualmente más altos en Europa, particularmente en Europa del Este.

Tanto Estonia como la República Checa están registrando más de 100 nuevos casos por cada 100.000 personas al día.

En la UE en su conjunto, esa tasa es de 31 por 100.000, no muy por debajo del pico de mediados de enero. Las camas de los hospitales de los lugares más afectados están llenas. Los casos también están aumentando en América Latina, donde han aumentado en un tercio desde febrero.