06/May/2024
Editoriales

La vida es bella

 

Una de las películas italianas más estrujantes y bien hechas se llama: La Vida es Bella.

 El director, guionista (junto a Vizenzo Cerami) y primer actor es Roberto Benigni. Este polifacético artista que, además es humorista, se hizo acompañar en esta gran película por Nicoletta Braschi –su esposa en la vida real- en el papel de Dora, su pareja en el filme, cuyo argumento está basado en la obra Un Testimonio del Holcausto, de Cerami, quien se apoyó en el libro de Salmoni.

 En la trama, Guido Orefice (Begnini) un descendiente de judíos llega a Arezzo, Italia, en tiempos de preguerra y conoce a Dora, se enamoran y casan.

Tienen a un hijo llamado Giosué, pero resulta que llegan los nazis al pueblo y se lo llevan a un campo de concentración para judíos, junto con su hijo, que era obviamente, judío.

 Dora, aunque no es judía, se sube al tren donde transportaban a su esposo e hijo para ver qué podría hacer para salvarlos.

Guido, para proteger a su hijo Giosué, le inventa al niño un cuento, diciéndole que todo es un juego, pues no quiere que el horror lo atrape.

 Pero en el curso de la película se complica ese juego que se trata -según Guido- de esconderse de la policía nazi.

En ese supuesto juego se debía llegar a mil puntos y quien los obtuviera, ganaría un tanque de guerra para salir de ese campo de concentración.

 Los puntos se ganaban no pidiendo comida y escondiéndose cada vez que aparecieran los guardias alemanes pues esos querían llevarlos a “la ducha” que era la cámara de gases. Comedia, drama, amargura y esperanza mantiene al público conmovido realmente. Cuando los nazis ya iban de retirada de Italia por el avance de los aliados, un guardia nazi descubre a Guido y lo mata pero el niño se salva porque estaba escondido pues la orden de su padre era así permanecer. 

 Llegan los aliados y al niño lo rescata un tanque norteamericano, y el niño en su inocencia, piensa que había ganado el juego y el tanque era su premio, por lo que parte a encontrarse con su madre.

 Cuando vi esta película, lloré lo más silencioso que pude, pero luego me di cuenta que no fui el único y me tranquilicé.

La verdad es que esta película es realmente bella –como su nombre indica-, lástima que sea tan lacrimógena. Ganó tres Óscares, entre ellos al mejor actor que recibió Benigni.

 Luego la volví a ver y casi no lloré, pero si estoy en condiciones, la pienso degustar de nueva cuenta en el año 2023.