08/May/2024
Editoriales

La diferencia entre historia y novela histórica

                                                

 

Leopoldo Espinosa Benavides A Gabriela Riveros

 

 

 

Los historiadores profesionales estudian esta ciencia social -la Historia- con sistemas de investigación documentada y evidencias materiales u orales de fuentes serias.

Hace tiempo asistí a una conferencia de un conocido historiador mexicano que dijo: La historia es la historia del hombre, e inicia desde que comenzó a razonar, y a relacionar lo que pasó antes con lo que sucede en el presente. 

Al leer la magistral novela ‘Olvidarás el fuego’ de la laureada autora local de talla nacional Gabriela Riveros, quien acaba de recibir el Trofeo Regio en la especialidad de literatura, tomé un verdadero curso de historia. 

Porque para los aficionados a ella, aprender es una necesidad, pues nos lleva a razonar cuál es el sentido de la vida.

Aunque Descartes sea, desde mi opinión, el padre de la filosofía moderna, estoy convencido de que también es el primer historiador moderno cuando estableció que el hombre puede no sólo pensar, sino pensar acerca de su propio pensamiento. 

Y luego su paisano francés Voltaire afirmó que “Los hechos y las fechas son el esqueleto de la historia; las costumbres, las ideas y los intereses son la carne y la vida de la misma”. Es decir, si Descartes define el papel del hombre que escribe la historia y Voltaire dice que los hechos y fechas son el sustento de la historia, infiero que el historiador debe saber y demostrar lo que está describiendo como hecho histórico. 

Pero la novela histórica narra acontecimientos ambientados en circunstancias reales del pasado, si está bien escrita, se pone a la vanguardia de la historia porque no tiene la obligación de demostrar con documentos sus relatos, pero si no corresponden con la verdad histórica la obra disminuye de valor.

Desde luego que la capacidad narrativa del autor de una novela es determinante, pues como se dice, la historia la escriben los vencedores, pero siempre habrá quien postule interpretaciones diversas con los mismos hechos históricos. 

Hay grandes escritores de historias noveladas como Eduardo Galeano (Trilogía Memoria del fuego) quien dice con su  genial sarcasmo en otro texto que muchos comensales creen la versión del chef del elegante restaurante de mariscos quien afirma que a las langostas les encanta ser fritas vivas en mantequilla. 

Para entender la historia de determinado evento, se debe leer desde varios ángulos, pues una novela histórica de las langostas, si esta se escribiera, de ninguna forma diría que ellas disfrutan morir en la mantequilla hirviendo. 

Antes la historia era sólo de las élites, hasta que los escritores e historiadores ingleses iniciaron a contarla con la visión de toda la sociedad, no sólo de la clase rectora. 

Así que desde el siglo XIX se escriben las historias reales, entendiéndose como tales las de los gobernados, las de los que sufren las guerras en carne propia y también sienten, no sólo los generales y gobernantes que se alzan con la victoria o cargan en su semblanza histórica con la derrota militar. 

La gran diferencia entre un texto escrito por un historiador y otro redactado por un novelista especializado en historia, es que el primero es árido, mientras el segundo es florido, llevando al lector de la mano por el mismo sendero que el primero, sólo que narrando la historia con tonos lúdicos o dramáticos, sin apartarse de la verdad.