05/May/2024
Editoriales

Una paella inolvidable

Es imposible visitar España sin probar -entre otros platos riquísimos como la fabada asturiana, el jamón serrano, el cocido madrileño, y la tortilla española- la Paella valenciana, que es por mucho, su comida caliente más internacionalizada. 

Se trata de un platillo típico español que no obedece a la costumbre de que la cocina es para la mujer, pues la tradición es que generalmente la preparan hombres. 

Se trata de un plato de arroz seco y azafranado que acepta prácticamente cualquier ingrediente, que puede ser pimientos, pollo, pato, carne de res y/o puerco, mariscos, frijoles, cebollas, tomate, etcétera.  

Su internacionalización es tal, que en concursos oficiales españoles, han triunfado cocineros de otros países, como el nuestro, en donde existen lugares que tradicionalmente celebran comilitonas de este delicioso platillo.   

En Aguascalientes y en Ciudad de México hay exitosos restaurantes especializados que preparan estupendamente la Paella, aunque aquí hay también algunos, como El Angelillo de Triana, no son muy populares. 

En febrero de 1988 yo presidía la Sociedad Mexicana de Ingenieros y en la Ciudad de Aguascalientes organizamos un gran evento nacional muy exitoso. 

Como terminaba al medio día, le solicité al ingeniero Jorge Díaz de León que coordinara una comida típica para todos los invitados, que eran más de mil.

Díaz de León contrató un equipo de cocineros que nos ofrecieron en el Jardín de San Marcos, además de una deliciosa Paella, todo un espectáculo durante su preparación. 

El recipiente puesto al fuego era gigantesco, de casi dos metros de diámetro.

Así que imagine usted el ‘show’ de los cocineros moviendo el arroz para que su cocción fuera uniforme, pues por el tamaño del recipiente, lo hacían con pala tipo albañil -como si mezclaran concreto hidráulico- y para soportar el calor, a una velocidad que parecía que estábamos viendo una película en cámara rápida. 

Entraban a la paellera con el arroz ardiendo equipados con ropa blanca, y botas de hule del mismo color.  

Al salir de inmediato lavaban las botas para efectos higiénicos y bajar la temperatura, pues el arroz hervía. 

El único incidente fue cómico pues a uno de los cocineros que brincó para salir de la paella se le cayó el gorro encima del arroz, que de inmediato rescató con la misma pala, pero durante la comida se contaba de mesa en mesa el chiste de que, a uno de los ingenieros le había salido entre la paella UN PIOJO.   

En fin, tengo un hermoso recuerdo de esa reunión hidrocálida y la deliciosa paella valenciana sigue siendo uno de mis platillos predilectos.