05/May/2024
Editoriales

Las ricas palomitas de maíz

Hasta no hace mucho tiempo, me resultaba imposible disfrutar de una película sin una bolsa de crujientes palomitas de maíz en mis manos. Desde la primera que disfrutaba -y más si estaban calientes aún- me provocaba una catarata de riquísimas combinaciones de sabores y sensaciones, que sentía desde que era niño, pues las consideraba como un delicioso y escaso manjar (las bolsitas de palomitas eran de papel glasine y sumamente exiguas). 

Estas agradables sensaciones acostumbraron desde aquellos ayeres a mis papilas gustativas que, excitadas, conectaban mente y cuerpo con la trama que se desarrollaba en la pantalla cinematográfica; y estos sabores se potenciaban cuando las cintas eran de acción.

Sin palomitas de maíz, la película no sabía igual. Un buen día me asaltó una duda razonable preguntándome por qué truenan o explotan con el calor las palomitas de maíz. A  pesar de su cotidianeidad es interesante entender el proceso que puede ocurrir gracias a que el maíz, como todos los cereales, contiene agua en su almidonado núcleo. 

Y como su corteza externa es gruesa y desde luego, impermeable, en el proceso de cocinado debe tenerse en cuenta que se requiere calentar los granos de maíz a una temperatura de 175 grados centígrados para lograr el delicioso objetivo. 

A semejante temperatura, el agua contenida en el grano se transforma en vapor, generando una fuerte presión interna que termina por hacer explotar al grano de maíz, volteando su contenido hacia afuera. 

Así, el almidón se gelatiniza debido a la presión, pero retiene dentro de sí la humedad que estaba uniformemente distribuida dentro del núcleo. Entonces la expansión repentina transforma el endosperma en una espuma que es la que da la inigualable textura de palomitas de maíz horneadas. 

Benditas sean las riquísimas palomitas de maíz, fieles acompañantes de nuestras mentes concentradas en los argumentos peliculescos. Restringir su ingesta es el más alto precio que estoy pagando por un nuevo régimen alimenticio al que estoy sujeto para detener el proceso de ‘inflación’ que tanto desgaste provoca a mi cuerpo.