06/May/2024
Editoriales

¿Qué crees que pasó?

Marzo 5 de 1880: ofrece el presidente Porfirio Díaz un banquete al general norteamericano Ulises S. Grant, quien había llegado por Veracruz el día 18 de febrero anterior. En la reunión asistieron además el cuerpo diplomático en pleno y distinguidos miembros de la aristocracia mexicana, el general William Sheridan quien pronunció un discurso en el que ofreció dinero fresco norteamericano para, en primera instancia, desarrollar los ferrocarriles, y otros tipos de inversión pues “en nuestra nación hay abundancia de capital que espera solamente que ustedes se acerquen para que se destine a tales empresas”. Este evento representa el inicio de la era del inversionismo norteamericano, que permitió a México contar con amplios financiamientos para obras de infraestructura y desarrollo, que continuaron a lo largo de todo el siglo XX, pero que terminó siendo un grave problema pues se construyeron los proyectos estadounidenses con empresas y materiales de su país, con cargo al monto de los créditos otorgados, además de instalar en México sus empresas bancarias de servicio al público, y plantas maquiladoras que sólo aprovechan la mano de obra barata y se llevan las utilidades sin reinvertir en nuestro país. Aunque se debe reconocer que el dinero fresco norteamericano ha sido una fuente de financiamiento muy importante para el desarrollo de México, se distorsionó el concepto cuando la deuda externa creció geométricamente, y las obras construidas no eran productivas.