Febrero 4 de 1827: El general Gregorio Arana –hijo de padres españoles- es denunciado en la ciudad capital mexicana como el principal conspirador a favor de España, país que buscaba la forma de regresar a gobernar México.
Entre los militares y políticos se teme que exista una nutrida complicidad de clérigos y algunos militares para revocar la independencia nacional. Como la historia de los partidos políticos ha superado etapas que van desde la prohibición, la tolerancia, el reconocimiento a nivel de ley ordinaria, hasta la ley reglamentaria de la Constitución sobre partidos políticos, las logias masónicas de entonces llenaron por buen tiempo ese vacío, pero entre las dos más importantes había fuertes encuentros.
Eran tiempos de intriga nacional y como ya dije, las logias masónicas dominaban la vida política. El presidente Guadalupe Victoria, que realiza buen papel, es sin embargo, incapaz de orientar el rumbo del país y los yorkinos aprovechan el escándalo del padre Arenas para desacreditar a los escoceses por su reconocida inclinación a favor de lo españoles. En nuestra región norestense había en esos momentos inquietudes porque en el estado de Coahuila y Texas se debatía la Constitución local y saltó a debate el tema de la abolición de los esclavos.
Los texanos, liderados por Austin, buscan suavizar esa ley de prohibición de la esclavitud, que finalmente admite como legal la posesión de esclavos ya existentes y prohibiendo solamente la introducción de nuevos, estableciéndose el principio de vientre libre, para que los hijos de esclavos nacieran en libertad.
El 18 de enero anterior, el padre Joaquín Arenas había invitado al comandante general del Distrito Federal y del Estado de México, Ignacio Mora, a que se sumara al movimiento que restauraría la soberanía de España en su antigua metrópoli. Pero es el mismo Mora quien denuncia la conspiración de Arenas e inicia un escándalo de proporciones mayores, que provoca la detención de varios activistas en Puebla, Veracruz, Durango, SLP, Tlaxcala y Oaxaca. Derivado de esto, se inicia un debate nacional cuyo tema gira en torno de la expulsión expedita de todos los españoles residentes en México.
Finalmente, el 23 de febrero un consejo de guerra declara culpable al padre Arenas y se le sentencia a muerte, iniciándose una cacería de brujas en donde alcanzan graves acusaciones los generales españoles de origen, Pedro Celestino Negrete y José Antonio Echávarri, quienes alcanzan a ser detenidos pero se demuestra que ellos no formaban parte de la conspiración y son absueltos y regresados a su estatus militar. Finalmente, el general Gregorio Arana también es fusilado.