Las “soluciones” de Wall Street y los bancos centrales. Con el paso de un 8.1% de inflación en mayo a un 8.6% en junio, la zona del euro se ve obligada a un “alza agresiva” de las tasas de interés, igual al que se hace ya en los Estados Unidos por parte de le Reserva Federal desde que alcanzaron su 8.6% en el alza de precios. Inglaterra enfrenta una inflación mayor con un 9.1% en mayo y quizá una más alta que se habrá de anunciar para junio. Si bien hace unas cuantas semanas muchos de estos funcionarios y bancos centrales decían que la inflación sería “transitoria” y no “persistente”, ahora piensan al revés.
Por lo tanto, dentro de su visión, es necesario subir las tasas de interés de manera constante y por un buen rato, aunque eso signifique provocar una “recesión”. Cristina Lagarde la “mata viejitos”, la que quiere que los adultos mayores de 65 años “se mueran pronto” para no causar gastos a los gobiernos con sus pensiones; y que ahora preside el Banco Central Europeo, es partidaria de seguir subiendo las tasas aunque se “sacrifique el crecimiento” de la economía. Por lo mismo, ahora sostienen otro debate estúpido sobre una recesión en la forma de un “aterrizaje suave” o controlado, o en la forma de un “aterrizaje forzoso”, que implicaría desempleo masivo, bancarrotas, con inflación o “estanflación”. Nouriel Roubini, un economista de la Universidad de NY, mucho más racional que Paul Krugman y otros de su ralea, sostiene un debate con estas elites advirtiendo que esa “estanflación” es inevitable; que no habrá “aterrizaje suave” aunque quieran y detengan el alza de las tasas de interés o el “ahorcamiento” de la economía; por el hecho de que la deuda contraída por gobierno, empresas y familias, será imposible de pagar y entonces se vendrá abajo el mismísimo sistema financiero. O sea, la “recesión” se combinará con una “crisis de la deuda” a escala global.
Ni Roubini ni los bancos centrales ni los voceros de Wall Street tratan el problema del derrumbe financiero de manera racional. Buscan “razones” para explicar lo que ocurre. La pandemia y su efecto en la producción y el ausentismo laboral. El rompimiento de las cadenas de suministros. La política monetaria y crediticia “laxa” que inyectó a la economía y , sobre todo, al sistema financiero, billones de dólares gratis desde, más o menos, el 2008 y que se incrementó durante la pandemia etc. Pero lo ven así, como quien ve llover o al sol aparecer en la mañana; como si la economía si rigiera por leyes externas a la sociedad y a los gobiernos. “Sera así o quizá así”, dicen sin atinar a proponer algo para controlarlo. Deberían recordar el “fin de semana feriado”, que aplicó el presidente FD Roosevelt en 1934, casi al iniciar su gobierno, y lo que hizo en los meses siguientes. En el día feriado intervino los bancos y separó a los que estaban quebrados de los que eran viables. Canalizó a través de ellos y de otros organismos fuertes cantidades de crédito para impulsar la producción física al mismo tiempo que lanzó grandes obras de infraestructura para generar cientos de miles de empleos. A la gente que no se incorporó a estos proyectos de inmediato, se le ayudó económicamente para sobrevivir con lo necesario, lo que la gran depresión de 1929-33 le había arrebatado. La economía y el sistema financiero fueron “dirigidos” por el gobierno de Roosevelt para salir de la depresión en que la habían metido las decisiones de Wall Street y los grandes bancos durante el gobierno de H. Hoover y antes. La economía y mucho menos el sistema financiero, no son obra de dios ni de los dioses paganos del Olimpo. Son asuntos de la sociedad humana que deben resolverse con acciones humanas, en este caso de los gobiernos. Cuando un sistema financiero no sirve o está podrido, se cambia por otro y listo.
https://www.americaeconomia.com/presidentes-bancos-centrales-detener-inflacion
