El joven, triste, se acercó al maestro buscando consejo.
_ Maestro, -le dijo al experimentado hombre de mundo- estoy abatido, todos me ningunean, dándome a entender que no sirvo para nada; y tal vez tengan razón, pero yo necesito trabajar para hacer mi vida,
quiero casarme, construir una familia, y así no lo podré hacer nunca. ¿qué me aconseja usted?
_Mira, joven, es difícil darte un buen consejo sin conocerte, pero ya que estás sin trabajo, te solicito que me ayudes a vender esta joya, pues necesito el efectivo, se trata de un reloj antiguo, y dependiendo de en cuanto la vendas te daré una comisión.
El muchacho aceptó, pues de otra forma el Maestro no le iba a ayudar y además podría ganarse algunos pesos que tanto necesitaba.
_Lleva esta joya al mercado y ofrécela, pero no aceptes menos de diez mil pesos por ella.
Se fue caminando al mercado y comenzó a promocionar la venta del reloj.
Nadie se entusiasmaba cuando lo ofrecía; un interesado le ofertó sólo mil 700 pesos y un reloj usado, cuyo valor no llegaría ni a los 400 pesos.
Llegó a pensar que el Maestro sabía que no lo vendería, pues el reloj no valía nada. Que todo era para ver hasta dónde estaba dispuesto a corresponder por el futuro consejo que le daría.
Pero aún así, el joven continuó ofreciéndolo a toda persona que volteara a ver el reloj que exhibía con sus dos manos.
Hasta que se cansó regresó con el Maestro a comentarle la reacción del público.
Y luego se animó a preguntarle si sabía el valor real del reloj, pues no podían estar todos equivocados.
_Es posible que ni yo sepa cuál es su valor real, así que te pido que lo lleves con el relojero y le preguntes cuánto dinero ofrece por él; pero no le aceptes dinero antes de venir a consultármelo.
A regañadientes el joven, ya angustiado porque había perdido medio día, traía hambre y no había hecho negocio, llevó la pieza al relojero.
El maestro relojero que también era joyero observó detenidamente el reloj y luego de buen rato le dijo:
_Te felicito, este reloj es una joya muy valiosa, te ofrezco 200 mil pesos por él, aunque valga mucho más, ahorita no hay quien la compre y yo la tendré exhibiendo largo tiempo antes de poder venderla.
El chico se fue feliz corriendo a ver al Maestro, y le contó con fervorosa voz la oferta del relojero.
El Maestro le dijo que nunca había sido de su interés vender la pieza, pues era herencia de su padre.
_Pero lo hice para que entendieras lo que realmente vales. Lo que la gente piense de ti, o cómo te valore, no es más que el reflejo del valor que tú mismo te das. Tú vales mucho, eres como este reloj, pero debes saberlo y dar con quien te valore adecuadamente.