Noviembre 15 de 1976: Anuncia el gobierno de Luis Echeverría el aumento a los precios de la gasolina, el diésel, el gas y el servicio eléctrico. El problema económico viene gestándose desde el 31 de agosto anterior, cuando se anunció la devaluación del peso mexicano frente al dólar, después de mantener una paridad fija de 12. 50 pesos durante 22 años, para quedar en 19.10 pesos por dólar. Las respuestas no tardaron, una semana después, la CTM nacional exige aumento salarial, en boca de su dirigente Fidel Velásquez, diciendo que de no obtenerse, emplazará a una huelga general en el país. Con la emergencia encima, Echeverría solicita un préstamo urgente al Fondo Monetario Internacional FMI, de ochocientos millones de dólares. Y la nación se vuelve un volcán a punto de explotar, pues hay movilizaciones no sólo en la banca y el comercio, sino que comienzan a organizarse mitines de protesta en todo el país. Así que el 10 de septiembre, el Congreso del Trabajo apoya a la CTM, demandando un aumento a los salarios o convocaría a un gran paro general que estallaría el 28 de noviembre, aclarando que esa medida se suspendería si los comerciantes bajan sus precios, pues la movilización en el comercio implicó una re etiquetación general a las mercancías. Es en este contexto cuando llega el incremento en los combustibles, y el gobierno de Echeverría no recula ante las presiones, sino por el contrario, se crece y emite el 19 de noviembre un decreto expropiando 75 mil hectáreas de tierras fértiles en el Valle del Yaqui, en Sonora, respaldando a los trabajadores agrícolas que solicitaban tierras, enfrentados con la burguesía agraria y empresarial de esa entidad norteña. El ambiente político y económico no podía ser más grave pero el primero de diciembre, José López Portillo toma posesión como presidente de la República, y comienza un proceso de recomposición de heridas abiertas y las relaciones de gobierno – iniciativa privada. Pero los pequeños empresarios, y las clases medias sufrimos esta embestida económica. La economía se repuso al golpe en los primeros tres años de López Portillo y aquí llegó de gobernador Martínez Domínguez, quien supo conducir los destinos del estado mediando entre empresarios y trabajadores, así como entre los mismos empresarios, pues surgieron diferendos importantes en los dos más grandes grupos de la iniciativa privada, y AMD fue el mediador.