17/Jun/2024
Editoriales

El molino eléctrico olía medio raro

En Nuevo León hay grandes empresarios industriales y uno de los más distinguidos fue el cerralvense don Roberto González ‘El Maseco’. 

 Su primer gran negocio fue la producción y venta de maíz nixtamalizado y seco que con sólo agregarle agua se pueden preparar tortillas recién hechas sin más trabajo que calentar un comal. 

 Ciertamente la producción de maíz no se conocía en el Nuevo Reino de León sino hasta que el gobernador Martín de Zavala (1597 – 1664) trajo tlaxcaltecas y ellos aportaron grandes cosas a la Ciudad y el estado, siendo tal vez la más importante la siembra y la cultura del maíz.

 Resulta que en el año de 1895 se instaló el primer molino de nixtamal movido por motor eléctrico, propiedad de Don Pablo González ubicado por la calle de Allende, casi en la esquina de Diego de Montemayor, y se llamaba curiosamente: ‘Molino El alivio de la mujer’.

 Este negocio dejaba casi sin trabajo a los molinos similares que se movían con fuerza animal o manual.

 Así que la defensa de la competencia fue correr la especie de que la masa del maíz ya procesada por el molino nuevo, aunque la gente llevara su propio nixtamal, olía en forma desagradable, y como los regiomontanos siempre hemos sido medio chismosos, la gente escuchó los rumores, y la clientela del molino eléctrico escaseó.

 Pero Don Pablo tenía también sangre regiomontana, así que no se dio por vencido, sino que se le ocurrió escribir en un pizarrón: ‘Este molino es gratuito, usted solo traiga todo el nixtamal que quiera y nosotros se lo molemos gratis’. 

 Para aprovechar la oferta llegaron personas de toda la ciudad y rancherías cercanas con tinas y tinas de maíz cocido (nixtamal) en cantidades que parecía que todos cocinarían tamales, porque muchos hasta pedían que la masa quedara ‘martajada’ y se le llenó el molino de clientes. 

 Desde luego que a la semana, Don Pablo González regresó a cobrar el servicio de molienda del nixtamal, y el rumor de que el producto olía mal, se erradicó.

 Y muy pronto, los molinos eléctricos abundaron en toda la ciudad. 

 

 Posdata: el negocio que armó Don Roberto González ‘Maseco’ es otro, que resulta ser más interesante, pero esa… es otra historia!