07/Sep/2024
Editoriales

Una funcionaria irresponsable

Un buen día, faltando tres minutos para las 18:00 horas, a punto de cerrar, llegó a una carnicería un perro con una nota doblada en el hocico, sorprendiendo al carnicero, quien, por curiosidad, leyó la nota doblada que decía:

_¿Podría mandarme por favor un kilo de carne molida de res y 12 salchichas?

 En la nota doblada el perro traía 575 pesos, que era exactamente el costo del pedido.   

El intrigado carnicero decidió, como era la venta final del día, surtir el recado.

Lo hizo cerrando rapidito el negocio para investigarlo, siguiendo al inteligente animal.

Vio que el perro caminaba por la banqueta y cruzó la calle cuando el semáforo estaba en rojo para los autos, llevando en el hocico la bolsa con la carne. Y él siempre detrás.

Llegó hasta la parada del autobús, y se sentó hasta que llegó el correcto, subiendo y el chofer como que ya lo conocía, pues no le cobró el pasaje.

A unos dos kilómetros, erguido en sus patas traseras, tocó el timbre, se bajó con la bolsa de carne, seguido por el carnicero que a estas alturas se sentía súper alucinado. Vio que el perro se detuvo en una casa y colocó la bolsa en la puerta, solo para saltar la cerca y acercarse a la ventana, tocando el vidrio tres veces con su cabeza.

Regresó a la puerta que abrió un hombre, y comenzó a golpearlo (al perro).

Entonces, el carnicero que ya sentía amar al pero, le gritó al tipo:

_No le pegue a ese animal, ¡es realmente un perro increíblemente genial!  

_¿Un genio? Contestó el hombre ¡que va a ser! en esta semana lleva dos veces que se le olvidan las llaves.

En el país existe una alta funcionaria pública electa por el pueblo que, de todas formas obedece siempre a su tutor, quien le grita fuerte sus órdenes y ella las obedece sin chistar.

Colocó como subalternos a los ‘sugeridos’ por él y, como el perro del cuento, acata absolutamente sus mandatos, por inexplicables o injustos que parezcan.

Sin embargo, hubo una extraña detención de unos recomendados del tutor que la hacen ver como que ella los delató ante sus enemigos, para quedar bien con ellos.

Él se siente traicionado y como no sabe a ciencia cierta quién lo hizo, está a punto de darle a ella la misma lección que dio al perro del cuento su dueño: golpearla para que entienda que debe solucionar esos problemas antes de que sucedan, y la única forma de que no la castigue es consiguiendo su liberación, tal como él acaba de hacerlo con un familiar de ellos.