Octubre 3 de 1582: Se reforma el calendario en los países católicos de Europa, desapareciendo diez días. Del 4 de octubre, se pasó al 15 de octubre en una sola noche. El calendario gregoriano –del papa Gregorio XIII- buscaba corregir la fecha de la Pascua, que es la fiesta más importante de la Iglesia. Es que según se había acordado en el Concilio de Nicea en el año de 325, la Pascua era el domingo más próximo a la primera luna llena después del equinoccio vernal o de primavera, que ahora cae el 21 de marzo, y antes caía el 11 de marzo. La explicación técnica es que el calendario juliano, establecido por Julio César en el año de 46 a.C. calculó mal la duración del año, considerando que era de 365,25 días, cuando la verdad es que dura 365,2422 días. Por eso se “desplazó” un día cada siglo. El calendario gregoriano resolvió la diferencia borrando diez días. Además estableció que ningún año de final de siglo sería bisiesto, a menos que fuera divisible por 400, como lo son 1600 y 2000. Los países protestantes se resistieron un tiempo corto, y los ortodoxos orientales se tardaron más en aceptarlo, como Gran Bretaña que lo adoptó oficialmente hasta 1752, o sea dos siglos tarde. España, y en consecuencia México, no tuvo ese problema, pues de inmediato se sumó a la reforma del calendario.
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