Acababa Dios de crear la humanidad y ya ésta le caía mal a algunos duendes, que se quejaban amargamente de tantas virtudes que poseían los seres humanos.
Para buscar un equilibrio haciéndoles una travesura, esos duendes convocaron a una consulta pública, como si de elaborar una nueva Constitución de tratara y después a una asamblea plenaria.
Ya en la plenaria se leyó el dictamen de la iniciativa: _ ‘Los hombres y las mujeres no nos respetan, así que para que entiendan, debemos privarlos de algo importante’.
Luego de discutirlo con su bancada, otro duende dijo a la asamblea plenaria:
_ ‘¡Apoyamos esa iniciativa!, ¡quitémosles la felicidad!, pido que se apruebe en lo general, y discutamos en lo particular en dónde debemos esconderla para que nunca la encuentren.
Así se aprobó, y en lo particular el coordinador del partido de duendes aquiescentes propuso: _‘Vamos a esconderla en la cima del monte más alto del mundo’.
Pero el representante de los duendes abyectos replicó: _Desde luego que apoyamos la iniciativa, sólo recuerden que entre ellos hay alpinistas que podrían encontrarla.
Luego el coordinador de duendes acostumbrados a los tratos por debajo del agua, propuso que la escondieran en el fondo del mar.
A ello, contestó un duende independiente: _No. Tarde o temprano construirán una máquina submarina para explorar el mar y la encontrarán.
Otro duende, famoso por ser iluso dijo: _‘Escondámosla en un planeta lejano a la tierra’
Pero el duende líder mayoritario respondió: _ ‘Tampoco. Ellos, con su inteligencia, algún día inventarán una nave interplanetaria y la van a hallar’.
Hasta que un duende experimentado, que se reía de todas las iniciativas dijo:
_ ‘Tengo la solución para que los humanos nunca encuentren la felicidad’
_ ‘¿En dónde? Gritó toda la asamblea plenaria de duendes’
_ ‘La esconderemos dentro de ellos mismos, así estarán tan ocupados buscándola fuera, que jamás de los jamases la encontrarán’.
Se escuchó a kilómetros de distancia un gran aplauso, y la iniciativa fue aprobada por unanimidad: desde entonces los humanos se pasan la vida buscando la felicidad en todas partes sin saber que la traen consigo, en su mero corazón.