05/Oct/2024
Editoriales

Hasta desaparecieron los desaparecidos

La peste del Covid-19 trae de cabeza al mundo. Al desaparecer las actividades públicas nos sentamos frente a la computadora, el celular o el televisor, a enterarnos de las noticias, ocupándonos una hora cuando mucho, y el resto del día leemos, chateamos o nos distraemos con Netflix, los memes de Facebook o de Whatsapp.

Nadie habla de fútbol, o de política, a excepción del presidente en sus conferencias mañaneras cuyas coléricas y repetitivas alusiones discriminatorias duelen cada vez menos a la mitad de los mexicanos que ya se enteraron de que son impíos conservadores y fifís.   

El temor a la pandemia engrosó su piel desapareciendo angustias que en otros tiempos sentirían con la caída en la producción de satisfactores y empleos; ante el aislamiento con el mundo.

Ya no les duele tanto pensar en la inminente baja del nivel de vida, por saber que la alternativa de perderla es real.

Aunque entienden que si se prolonga demasiado la actual esterilidad pronto aparecerá el desabasto, no quieren pensar en ello.

Por su abulia no ven que desde el inicio del sexenio se ha registrado una sola protesta grande y sólo con el tema de los feminicidios.

Acaso hubo un par de manifestaciones sin trascendencia, una en agosto de 2019 del Movimiento por Nuestros Desaparecidos de México, donde estuvo el actor Diego Luna, y otra en septiembre por los 43 normalistas desaparecidos.

Con el Covid-19 como anillo al dedo, no se dan cuenta que ya desaparecieron hasta los desaparecidos.