Julio 12 de 1825: presenta sus cartas credenciales ante el presidente Guadalupe Victoria, el embajador norteamericano Joel Robert Poinsett. Este señor ya había venido extra oficialmente el 23 de marzo de 1822 como agente especial para tratar el tema de los límites entrambas naciones. Botánico de profesión, era un tipo muy vivo, que intuyó desde aquel momento que Iturbide no duraría mucho, y recomendó a su gobierno que retrasara el reconocimiento al Primer Imperio mexicano, pues México al nacer como nación independiente necesitaba ser reconocido en el concierto de las naciones. Iturbide decía que nuestros enemigos eran los rusos que querían Las Californias; los españoles que buscaban la reconquista, y los británicos con presencia en Belice, entre las provincias de Yucatán y Guatemala.
Pensaba que el socio ideal era Estados Unidos y desconfiaba de cualquier potencia europea. Pero el tiempo que estuvo en el país, Poinsett sembró discordia entre los mexicanos acercándose a los liberales que impulsaron la caída de Iturbide. Además, para granjearse a la opinión pública, Poinsett fundó las primeras logias yorkinas mexicanas y el partido americano. Ya como embajador formal, se dedicó a “grillar” bien y bonito, filtró en el corazón de la nueva república las ideas liberales y el encono contra todo lo español.
Su proyecto era comprar Texas para Estados Unidos, y en ese sentido trabajó desde el primer día que llegó a México. En ocho años sembró la semilla de la discordia que en mucho contribuyó a que nuestro país tuviera un siglo XIX realmente complicado, por decir lo menos. La llegada de la Federación y luego el movimiento contra el presidente electo Manuel Gómez Pedraza, le funcionó hundiendo a la república en el caos político. Y fue hasta enero de 1830 cuando el gobierno de Andrew Jackson retiró a Poinsett y nombró encargado de negocios a Antony Butler.
Claro que este Butler también tenía lo suyo, dedicándose a presentar de manera inadecuada y constante reclamaciones de daños sufridos por ciudadanos estadounidenses en territorio nacional. Estuvo en funciones hasta 1836, cuando fue sustituido por Powhatan Ellis, quien sólo estuvo unos meses en México y se retiró con el argumento de la falta de pago de las reclamaciones que México adeudaba. En fin, la experiencia que tenemos con los embajadores norteamericanos, es bastante mala, pues en esa legendaria embajada se han fraguado muchos planes pérfidos como el que Huerta enderezó contra Madero.