06/Oct/2024
Editoriales

Nosotros creamos nuestros fantasmas

 

En el lecho de muerte, la esposa le dijo a Mario que si volvía a casarse o si se le ocurría tener una amante, regresaría de noche para estirarte los pies.

Un año después del funeral de la mujer, Mario se enamoró de otra y, efectivamente, cuando dormía por las noches se aparecía el espíritu de la difunta y le estiraba los pies y además le reprochaba su amancebamiento. 

Luego de un mes de desvelos y sufrimiento, triste y ojeroso fue a consultar con el médico familiar, que era un hombre inteligente, a quien le contó con lujo de detalles su problema.

_¿Cómo puedes saber, Mario, que se trata del espíritu de tu difunta esposa?

_Nadie más sabe tantas cosas de mí, me dice todo lo que he hecho con mi nueva pareja, hasta el más mínimo detalle, y adivina lo que estoy planeando hacer.

El médico inteligente pensó un buen rato y le dio un sobre cerrado con un papel en donde escribió la fecha y la hora exacta en que se terminarán las restricciones por el contagio del Covid-19, diciéndole a Mario:

_ No abras el sobre, eso es muy importante. Duerme con él a un lado, y cuando el espíritu se te aparezca hoy en la noche, pregúntale que cuál es la fecha y horas anotadas para que regresemos a hacer de nuevo una vida normal.

Esa noche Mario durmió más tranquilo pues tenía algo qué contestarle al fantasma de su difunta esposa. 

Pero el espíritu fue a molestarlo de nuevo; Mario le dijo lo acordado y la respuesta del fantasma fue salir de inmediato de la casa sin decir nada.

Finalmente pudo dormir a gusto y tempranito fue con el médico a preguntarle por qué se había ido el espíritu, y el facultativo le contestó:

Ese espíritu sólo sabía lo que tú sabías; cuando preguntaste algo que no tenías la respuesta, prefirió huir.

 

Relato de P. M. Menapace, versión libre mía