30/Jun/2024
Editoriales

México es plural

Hace unos días recordaba con mi esposa un par de experiencias que vivimos en países del mundo árabe, donde nos quedó claro que allá la mujer sigue sufriendo discriminación y trato indigno, por decirlo suavemente. Podrán aducirse argumentos de índole histórico, religioso o cultural, pero nada justifica el estado de desigualdad entre los sexos.

Y ahora vemos en el otro extremo, en la nación líder de occidente, que la mujer sí es respetada, pero existen impedimentos no escritos que frenan la igualdad de los sexos.  

Como muestra, por si se necesitara, anoche en el debate entre Biden y Trump, vimos dos ejemplares representativos del llamado sexo fuerte que intentaron mostrarse frente al electorado como hombres fuertes, preparados, inteligentes, y jóvenes.

Pero es inocultable que no lo son, y que no hay mujeres en el esquema electoral real, es decir, como candidatas de alguno de los dos partidos políticos competitivos.

En cambio, no por presumir pero en nuestro país acabamos de ver un encuentro electoral entre dos mujeres preparadas científicamente, por la presidencia de la República y alzarse con la victoria a una de ellas, aunque haya en el proceso legal, una seria impugnación al proceso electoral celebrado el pasado día 2 de junio. 

Sin embargo, buscando antecedentes de la historia de la participación política de las mujeres en México durante la época conocida como La Colonia, vemos que aquí también se les consideraba como personas frágiles, física y mentalmente inferiores. 

No fue sino hasta finales del siglo XVIII que, entre las ideas liberales que continuarían en el siglo XIX, empezó a introducirse la de utilidad social de las mujeres. 

Hubo discursos encaminados a darles educación e incorporarlas al mercado de trabajo para prepararlas en el arte de educar a los niños y a ser mejores madres. 

Los gobiernos republicanos pusieron cierto interés en el tema, y los liberales de la segunda mitad del siglo, más aún. 

Pero la mujer tenía acceso sólo a la educación elemental. Todavía a mediados del siglo XIX la erudición de las mujeres era censurada y satirizada su inteligencia -con algunas excepciones-, pues la mayoría de los hombres - machos querían que las mujeres pobres aprendieran oficios, que las de clase media enseñaran niños, y las de clase alta, además de conocimientos elementales, tocaran algún instrumento musical, aprendieran sólo a bordar y educar a sus hijos. 

Veamos esta perla ilustrativa del rancio pensamiento vigente en el año de 1851:

“…El espíritu de las mujeres es diferente que el de los varones y esto puede provenir de la pequeñez de su cabeza, de su debilidad natural del  trabajo que toma en su compostura para aumentar sus atractivos, la coquetería y la continua cortesía… es cierto que su inteligencia es inferior a la nuestra ¡Nadie duda que tienen menos memoria que nosotros! Repiten hermosas canciones, sus piadosas devociones, pero no retendrían la décima parte de una ciencia de nomenclatura como la botánica… ni de raciocinio como el derecho y la medicina…”. 

Qué brutos eran los hombres de aquel tiempo, dicho con respeto a nuestros ancestros, pues hoy día, no solo en la política tenemos mujeres en los sitiales más encumbrados del aparato gubernamental, sino que en todos los campos productivos, como en el nivel universitario, las mujeres destacan igual o más que los hombres en todas las carreras, y no podría explicarse el México actual sin la participación productiva de las mujeres.

Además, hoy se celebra en México el Día internacional del Orgullo LGBT, que es otro tema en el que hemos avanzado mucho aprendiendo a respetar a ese segmento de la sociedad, y próximamente lo estudiaremos en este espacio. 

Por lo pronto, podemos afirmar públicamente que nuestro país no está retrasado en los temas importantes como son el respeto a todas las personas que hayan nacido o que vivan en nuestro territorio, mucho más que la mitad del mundo.

Así que deberíamos hacer de nuestras conversaciones, una oportunidad para infundir ánimo a la sociedad, pues ciertamente tenemos graves problemas, pero es solo cuestión de organizarnos, porque aquí respetamos a todos, sin distingos de sexo ni de sus preferencias, pues México es plural.

 

Referencia bibliográfica: 

 

“Las mujeres”, La Semana de las Señoritas, núm. 14, TI, 31 de diciembre de 1850, p. 3