22/Nov/2024
Editoriales

¿Qué crees que pasó?

Octubre 08 de 1887: Los tres integrantes de la primera Comisión de Instrucción Pública de la Cámara de Diputados, Justo Sierra, Julio Zárate y Leonardo F. Fortunio, reconocieron un acuerdo de obligatoriedad de la enseñanza. Ahora es un tema normal, pero en aquellos tiempos era un proyecto demasiado ambicioso pues las condiciones socio – económicas de la inmensa mayoría de la población mexicana eran paupérrimas, por lo que el gobierno pagaría semejante proeza. Sin embargo, las condiciones económicas del país no permitían que el gobierno cargara con el peso de todo el sistema educativo.

 

 Apenas un día antes, en 20 periódicos de circulación nacional se anunciaba la candidatura de Porfirio Díaz a las elecciones de 1888, sospechándose que el proyecto de ley para convertir en obligatoria la educación primaria era un plan para que Porfirio Díaz se comprometiera a cumplirlo antes de terminar su periodo presidencial, convirtiéndose en el Primer Mandatario que nacionalizara la educación. Díaz fue un político bien hábil, siempre tenía argumentos interesantes para conseguir la siguiente reelección, y con esta acción tendría un gran argumento para la siguiente elección. Porque el tema educativo se había puesto de moda, había consciencia popular de la necesidad de preparar al pueblo. Entrando el siguiente año, el 29 de marzo de 1888, se nacionalizaron las escuelas lancasterianas, cuyo número de alumnos se había reducido a sólo 549 entre las once escuelas que tenían ese histórico sistema de enseñanza. Pero esta acción esculpiría frases lapidarias para su próxima campaña y, el día primero de abril del año siguiente informó al Congreso de la Unión que los ingresos federales de ese año superaban los del ex presidente Manuel González de los años 1882 y 1883 sumados ambos, explicando tácitamente de dónde saldrían los recursos para la educación. Porfirio Díaz fue un hombre astuto, no podría haber sido de otra forma para gobernar al país a lo largo de ¡tres décadas!