Octubre 15 de 1926: Se registra violencia en el Congreso del Estado de Nuevo León, que entonces se ubicaba en el interior del Palacio de Gobierno. Esa Legislatura estuvo integrado por los diputados: Antonio Moreno, Alfonso Lazcano, Alfredo Garza Nieto, Enrique Garza, Felipe B. Martínez y Rodolfo I. Hinojosa. Sucedió que tras una discusión por un par de iniciativas enviadas por el gobernador Jerónimo Siller, el grupo legislativo mayoritario que lo apoyaba estalló en ira cuando el grupo opositor no sólo se burló de la postura del gobernante, sino que pidió su renuncia.
Comenzaron con empujones y terminaron a golpes al grado que salieron a relucir las armas que los diputados podían portar para su defensa conforme al reglamento.
El tema se puso a votación y como era de esperarse ganó el grupo mayoritario, pero los opositores enviaron un comunicado al Senado de la República y esta institución intervino para solucionar el diferendo, gracias al cabildeo de los senadores neoleoneses Francisco González y González, y Federico Rocha.
El uso de las armas no sólo por legisladores sino por la población en general, sigue siendo motivo de debate, pues existen argumentos contundentes de un lado (a favor) y otro (en contra) del tema.
La violencia en el Congreso del estado continúa, pero ahora es verbal, pues el origen de los cuerpos parlamentarios es precisamente, para que los diferendos entre las diversas formas de pensar no se expresen con violencia en las calles, sino con palabras en la tribuna.