Daniel Garza García, biotecnólogo egresado de la FCB-UANL, y un grupo de investigadores trabajan en el desarrollo de una vacuna contra el COVID-19 y su expresión en plantas de tomate transgénico.
¿Te imaginas poder vacunarte contra el COVID-19 con solo ingerir súper tomates? Sí, con tomates.
Se trata de una innovadora estrategia aplicando la vacunología inversa donde interviene la ingeniería genética computacional y agrotransformación que busca modificar genéticamente las plantas de tomates para que puedan expresar la vacuna contra el SARS CoV-2.
Este avance científico representa años de estudio en biotecnología moderna.
Por sus cualidades este desarrollo quizá sea único entre los 120 desarrollos de vacuna contra el SARS CoV-2 que, refiere la OMS, compiten en una carrera contra el tiempo y que al 22 de mayo 10 de ellos ya son candidatos en fase clínica y 114 en fase preclínica.
Daniel Garza García, biotecnólogo egresado de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) y líder de esta investigación, en 2017 presentó un artículo contra los virus del dengue, zika y chikungunya en el Instituto de Biotecnología y en simposios nacionales.
¿Por qué plantas transgénicas como fábricas de vacuna?
El proceso de producción y purificación de las vacunas convencionales es más costoso para países en vías de desarrollo. Pero una vacuna en la que el antígeno se expresa en la parte comestible de la planta reduce los costos debido a la facilidad de cultivo.
En los años 80 se crean las primeras plantas de tabaco transgénicas, y genéticamente modificadas. Pero el tomate fue el primer producto genéticamente modificado que se comercializó.
Garza menciona que la planta de tomate les permite obtener altos niveles de expresión de la proteína recombinante para ser expresada en la especie andina Solanum lycopersicum, como vacuna comestible y como caso exitoso de agricultura molecular.
Identifican epítopos como candidatos vacunales
Utilizando herramientas bioinformáticas en las secuencias genómicas y proteómicas de SARS-CoV-2, la investigación que lidera Daniel Garza se centró en identificar epítopos (porción de una macromolécula que reconoce el sistema inmune) como candidatos vacunales.
Esta proteína recombinante estimula una respuesta inmune de manera más eficiente, en comparación con las vacunas que utilizan virus, al reducir el riesgo de reversión de la patogenicidad. Esto permite, además, utilizarla en pacientes inmunodeprimidos.
Para expresar esta proteína en las plantas de tomate utilizan como vehículo la bacteria Agrobacterium tumefaciens, la cual es la ideal para mediar la transferencia de ADN entre los reinos de las bacterias y las plantas.
“Nuestra vacuna cumple con todas las características; como estabilidad, accesibilidad, antigenicidad y flexibilidad, evidenciando eficacia protectora y seguridad como vacuna contra la infección por SARS-CoV-2 en humanos”. Daniel Garza García, Biotecnólogo egresado de la Facultad de Ciencias Biológicas
Los cultivos transgénicos en México, una discusión pendiente
Desde 1988 y hasta la fecha en México ha habido cultivos genéticamente modificados y peticiones agroalimentarias, leyes, reglamentos, decretos, cambios constitucionales, creación de organismos reguladores y de la sociedad civil.
Se discute entre los agricultores orgánicos, ambientalistas y académicos que difieren de otros científicos, emprendedores y compañías transnacionales sobre las regulaciones en México en este tipo de cultivos. También es un debate sociopolítico.
“Lo que acontece nos permite repensar si realmente somos capaces de poder hacerle frente a una pandemia sin hacer uso del potencial que nos ofrecen los OMG para el desarrollo de vacunas comestibles, especialmente para países en vías de desarrollo”, expuso Garza.
El mundo del agro les sigue la pista
La investigación del biotecnólogo de la UANL fue publicado el 6 de mayo por el portal Alianza para la Ciencia que administra la Universidad de Cornell, en Estados Unidos. Dos días después el sitio hortidaily.com también lo publicó.
En Latinoamérica la Asociación ChileBIO fue el primer medio en hacer una traducción del artículo de Cornell y días después publicaron su propio artículo.
También de Chile el diario El Economista publicó otro artículo relativo. La Asociación de Biotecnología Vegetal Agrícola de Colombia también destacó la noticia en su portal y la página Agro Avances de Bolivia hizo lo mismo.