17/Jun/2024
Editoriales

Las campañas electorales pintan el esbozo del futuro gobierno

He observado las últimas diez campañas presidenciales, un privilegio que sólo la edad otorga. Echeverría, López Portillo, De la Madrid, Salinas, Zedillo, Fox, Calderón, Peña Nieto, López Obrador, y ahora ésta que culminará dentro de una semana.

Siempre es interesante ver el nacimiento de un nuevo mandatario, aunque en esas campañas hayan sucedido cosas cuyas razones las supimos mucho tiempo después, porque las decisiones se tomaban en privado, pues el sistema político nacional era de partido casi único, y el hermetismo pululaba. La política era la actividad más importante y solo unos cuantos conocían sus entresijos.

El día primero de septiembre de cada seis años rendía protesta el nuevo presidente, en medio de un impresionante protocolo que incluía el asueto de todo el país, que esperaba atento el mensaje presidencial para iniciar el proceso de interpretación que duraba alrededor de un año.

En su campaña, Echeverría lidió con el fantasma de la masacre diazordacista en Tlatelolco, pues él había sido el secretario de gobernación en ese acto calificado después como genocidio, y que posibilitó una inédita apertura a la juventud. Como LEA tenía pésima relación con la iniciativa privada, la campaña de su sucesor López Portillo se basó en iniciar todos los días un romance con algún sector productivo, y al ser candidato único, su habilidad política y amplia cultura le pavimentó el camino a Los Pinos. Pero como se distanció con el echeverrismo, y le tocó el boom petrolero, enloqueció llamando a que nos ‘acostumbráramos a la abundancia’, solo que al final hasta lloró en su informe al sentir el fracaso de su gobierno. La campaña de De la Madrid cargó con los resabios de la nacionalización bancaria del lopezportillismo, y en sus giras andaba armando los pactos económicos para que el país no se fuera al abismo. Luego llegó Salinas de Gortari cuya campaña resintió la escisión del PRI que postuló de candidato a Cuauhtémoc Cárdenas, y con trabajos se alzó con la victoria luego de una sospechosa ‘caída del sistema electoral’ que manejaba Bartlett. Esto le obligó a crecer para consolidar su gobierno, encarcelando a La Quina y convenciendo a Estados Unidos y Canadá de firmar el TLC, pero sus aspiraciones de dirigir la OMC desequilibraron su sexenio al final. Después Salinas se decidió por Colosio en vez de Camacho. Sin embargo, el 23 de marzo de 1994 uno o varios plomazos le arrebataron la vida a Colosio y sus carreras políticas a Camacho y al propio Salinas, llegando Zedillo a lo barrido y trapeado, quien sin campaña alcanzó el 70% de participación electoral, la más alta hasta ese momento.  Después Zedilló apoyó a Labastida quien recibió la noticia por la televisión de que iba a ser derrotado, pues Zedillo declaró que a como iban las cosas, el seguro ganador sería Fox. Después en el interior del PAN se provocó una división y ganó Calderón, quien derrotó con una campaña de referencias y diferencias bíblicas a López Obrador y Madrazo, pero le declaró la guerra al narco sin poder erradicarlo. El PRI postuló al carismático gobernador Del Mazo que, con una campaña de rockstar, arrasó en la elección, pero su desempeño fue gris, acusado de corrupción llevando como insignia la célebre adquisición de una casa de lujo para su esposa denominada La Casa Blanca, y por un fraude cometido en su sexenio al que se le conoce como Mega Fraude, lo que consigue el hartazgo del electorado y prende la tercera campaña de López Obrador quien barre en las elecciones con más de 30 millones de votos. Desde que empezó a gobernar ha concentrado el poder en su persona, nadie conoce ni a su gabinete, y él ataca a cuanto mexicano o institución no maneje, ha mentido ‘N’ veces en su programa diario de televisión, y ha permitido que la inseguridad crezca a números asombrosos. Su oportunidad pasó sin lograr avances para el país, haciendo equipo con Cuba, Venezuela y otras naciones de izquierda, pero al término de su sexenio empieza a enfrentar graves acusaciones de corrupción. Designó a Claudia Sheinbaun como candidata pero apareció de la nada Xóchitl Gálvez que ha sido la revelación de esta campaña. El próximo domingo 2 de junio se sabrá la verdad si López Obrador consolida su propio Maximato, del tipo Plutarco Elías Calles en 1928, con una presidenta que le obedecerá en todo sin chistar, o por el contrario si no podrá detener la marea rosa que respalda a Xóchitl, quien ha ganado la campaña, pero le falta ganar la elección, que es lo único que cuenta.  

Luego le seguimos con el tema…