08/May/2024
Editoriales

¿Qué crees que pasó?

Julio 26 de 1829: desembarca en Cabo Rojo, Veracruz, cerca del puerto de Tampico, una incursión militar encabezada por el guerrero español Isidro Barradas con la misión de reconquistar México. Barradas pensaba, pues así le habían hecho saber algunos traidores, que muchísimos mexicanos se le sumarían, así que con sólo 2 mil 700 hombres en el buque El Soberano, dos fragatas, dos cañoneros y quince buques de transporte, capitaneados por el almirante Ángel Laborde, sería suficiente. Los barcos nomás transportaron a la tropa española y de inmediato se regresaron a Cuba, de donde habían partido, de acuerdo con el plan de ocupación del territorio nacional. Antonio López de Santa Ana, jefe de la zona de Veracruz, así como el general Felipe de la Garza, que estaba a cargo del puerto de Tampico, enfrentaron esta invasión por instrucciones del presidente Vicente Guerrero. El tal Barradas publicó una proclama dirigida al ejército mexicano que decía más o menos así: 

“Cuando ustedes servían al rey, estaban bien uniformados, bien pagados y alimentados; hoy, ese que se dice vuestro gobierno, los tiene desnudos, sin rancho ni paga. Antes servían bajo el imperio del orden (…), pero hoy son juguete de unos cuantos jefes de partido, que con sus pasiones mueven y amotinan a los pueblos para ensalzar a un general, o derribar a un presidente, o a sostener los asquerosos templos de los francmasones yorquinos y escoceses. 

Oficiales del ejército mexicano: vengan a nuestras filas (…). Se les conservará su empleo actual y se le gratificará con media onza de oro al que se presente con fusil”. Nadie lo peló y Santa Anna lo derrotó claramente en la batalla de Pueblo Viejo, el 11 de septiembre de 1829, regresándose los sobrevivientes a la Habana. El daño mayor que hicieron a México estos expedicionarios al mando de Barradas, es que sin quererlo, hicieron brillar en el cielo mexicano a Antonio López de Santa Anna ‘el héroe de Tampico’.