08/Sep/2024
Editoriales

El perdón soluciona muchos problemas

Hoy es un buen día para tomar decisiones que nos traigan paz. Los domingos son el paréntesis de la semana, cuando podemos reflexionar acerca de nuestro comportamiento y las alternativas que hay para mejorarlo.  

Por ejemplo, reconozco que desde siempre he sido rencoroso; batallo para perdonar a quien me hace daño, o perjudica a quienes amo.

Algunas veces he pensado que es pesadilla, pero no, sucedió realmente: un chiquillo me golpeó -descontó, le decíamos- por la espalda cundo ambos teníamos siete años.

Hasta allí es solo un recuerdo anecdótico o debería serlo, pero no, sigo molesto con él a pesar de que ya pasaron ¡siete décadas! Y así por el estilo traigo cargando rencores estúpidos que no generan más que malos ratos; tal vez ya no viva aquel chiquillo y yo sigo recordándosela.

Desde luego que también tengo buenos recuerdos, no piense que soy tan nefasto que sólo traigo en mente lo negativo.

Los recuerdos agradables son muchos más, pero debo trabajar en mi mente para que estos sean lo más importante y borrar los negativos.  

Debemos limpiar de nuestra memoria las telarañas añejas que nos estorban para ser completamente felices, que es la primera obligación que tenemos todos, según decía Mario Moreno Cantinflas.

Si perdonamos liberaremos ataduras que amargan el alma y enferman el cuerpo. He leído a algunos autores especialistas en estas vainas y creo que el quid es re – observar el problema generador de rencor o resentimiento y aceptarlo como algo ya pasado, y a lo pasado…, ni el cielo tiene remedio.

Debemos entender que el perdón no es olvidar lo ocurrido, pues si nos esperamos a olvidarlo, tal vez pasemos el resto de vida sin conseguirlo, porque dentro de nuestro masoquismo lo que duele se graba más que lo que gusta.

Perdonar tampoco es justificar una ofensa y aceptarla con resignación; eso no va con muchos de nosotros, los no-olvidadizos.

Pero perdonar libera ataduras que amargan el alma y enferman el cuerpo. El perdón no es olvido, ni aceptar lo ocurrido como bueno, tampoco darle la razón al agresor, es simplemente dejar de lado los pensamientos negativos que nos causaron dolor o enojo.

El perdón es una declaración que podemos y debemos renovar cotidianamente, habida cuenta que la persona que más debemos perdonar es a nosotros mismos por todo lo que hemos hecho mal.