09/May/2024
Editoriales

Un hombre exitoso

Tom Monaghan (Michigan, 1937), es el dueño de Domino’s Pizza. Su nombre ha inspirado a miles de emprendedores porque a sus 86 años es un exitosísimo empresario, líder mundial en la especialidad de entregar pizzas a domicilio, pues lo hace 650 mil veces diariamente. Huérfano de padre a los cuatro años, vivió con varias familias antes de entrar al primer grado, luego de pasar por casas hogar y orfanatorios en los que lo internó su madre. En su niñez ordeñaba vacas, apaleaba heno, manejaba de tractores y entregó de periódicos en los domicilios. Estuvo seis años y medio en el orfanato de religiosos católicos St. Joseph’s Home for Boys de Michigan, y allí se formó para la competencia de la vida. Su maestra era una monja –la hermana Berada- a quien se refiere como su madre sustituta. Ser hijo único le dio mucho tiempo libre para leer, algo que le inculcaron en el orfanato, donde leyó el libro De los Harapos a la Riqueza, que le hizo competitivo. Pero luego supo que no era hijo único pues su madre tuvo otro descendiente y lo llevó a que le hiciera compañía en el orfanato, algo devastador para Tom que ya tenía once años. Posteriormente hubo el intento materno de llevarlo a su nuevo hogar pero no funcionó y mejor se regresó a la vida religiosa donde intentó por seis meses ser sacerdote pero tampoco pudo por falta de vocación. Ingresó a la Marina y prestó servicio en el Oriente en 1956, y allá leyó a Dale Carnegie, Frank Lloyd, P. T. Barnum y otros triunfadores y al salir del servicio militar ya traía su vocación definida acompañada de una estupenda disciplina. 

Se asoció con su hermano a la edad de 23 años en un negocio llamado DomiNick´s en Ypsilanti, Michigan, gracias a un préstamo de 900 dólares que él consiguió.

Al año liquidó a su socio con un auto Volkswagen, y para 1965 ya había rebautizado su negocio como Domino’s  abriendo tres expendios cerca de centros universitarios.

Se asoció con tres personas más en tiempos diversos y estuvo a punto de quebrar pero siempre luchó contra la adversidad, pues el último socio lo dejó con una gran deuda fraudulenta. 

Abrió una sucursal en Ypsilanti en abril de 1967 pero un incendio acabó con ella en 1968. Si hubiese tenido menos decisión se hubiera rendido, pero en 1969 hizo un gran esfuerzo y consiguió financiamiento para abrir 32 expendios y estuvo al borde de la quiebra pues no vendía lo suficiente para pagar los abonos del crédito. Sin embargo, nunca perdió el sentido del humor y a ese tiempo se refiere como: “entonces me convertí en millonario a la inversa”. Debía 1.5 mdd y eso le costó perder el control de Domino´s. El 1 de mayo de 1970, el banco le incautó la compañía dejándolo de presidente pero sin autoridad… y sin automóvil. No lo despidieron porque trabajaba 15 horas diarias por un sueldo de 200 dólares por semana. Pero el 22 de marzo de 1971 el banco anunció que cerraría el negocio de Domino´s por incosteable y Tom le hizo una oferta: él se quedaba de nuevo con todo a cambio de la única tienda que tenía terreno propio y el banco aceptó. Así regresó a ser el dueño de Domino´s y firmó convenios con los acreedores pagando el 2 porciento de interés pero a plazos muy largos. El 10 de septiembre de 1977 pagó el último dólar que debía. En 1975 la Amstar (productora del azúcar Domino) lo demandó por el uso del nombre y ganó en primera instancia, lo que parecía ser la tumba del negocio Domino´s Pizza, pero Tom el invencible, apeló el 10 de abril de 1980, fecha que se considera el inicio del dominio de Pizzas Domino’s en el mercado. Ganó esa apelación y organizó el sistema de entrega a domicilio en un lapso menor a los 30 minutos desde que se recibe el pedido telefónicamente. El éxito con su correspondiente fama le convirtió en un hombre de negocios admirado, así que hoy se dedica a dar conferencias pues su negocio está profesionalizado y sólo asiste a pedir cuentas a sus administradores. Ese es el premio a su trabajo diario durante todos los siete días de la semana, con solo tres días de asueto al año: el Día de Gracias, La navidad y el día de Pascua, su esfuerzo tuvo recompensa, y debe servirnos a todos como inspiración para nunca jubilarnos y seguir siendo trabajadores y creativos.