La energía vital está en todo ser vivo sin que pueda ser vista ni tocada. Es algo intangible e invisible que vitaliza a las personas, plantas y animales. Es una fuerza inmaterial específica que marca una diferencia entre lo vivo y lo inanimado.
Entonces, si es algo que está presente en todos, la pregunta es: ¿Por qué hay personas que irradian luz mientras que otras transitan envueltas en oscuridad? Las primeras, evidentemente son capaces de provocar efectos saludables en otros solo con su presencia, mientras que las segundas, pueden alterar de forma negativa el campo energético de quienes se encuentran a su alrededor.
Para entender esto, primero debemos de saber que nuestro cuerpo, a través de los alimentos, el agua y el aire, obtiene la energía que necesita para mantener con vida su organismo; sin embargo, no somos solo una entidad o contenedor hueco sin alma, dentro de nosotros existe mucho más. Es por ello que la energía fluye sin mayor problema en un cuerpo sano, el que se encuentra exento de ira, resentimiento, tristeza, ansiedad o preocupación.
Cuando hay un desorden interno, provocado por sentimientos de baja vibración, nuestra energía vital disminuye, se estanca, no fluye libremente y nos aleja de la luz, provocando en consecuencia que transitemos en oscuros senderos. Y esto, nos lleva a sentirnos sin fuerzas suficientes para disfrutar con plenitud la vida que vinimos a vivir, la perfecta experiencia humana del alma encarnada.
Afortunadamente existen muchas formas de mantener un óptimo flujo de energía dentro de nosotros, porque cada individuo es responsable de crear su propia energía vital. El secreto está en cultivar esa energía de manera adecuada, enfocándonos en mantener una salud física, mental, emocional y espiritual.
¿Y cómo se logra esto? La respuesta es simple, hay que conservar un equilibrio. Porque, no podemos presumir de una excelente salud física cuando en nuestro interior existe una telaraña de sentimientos –como ya lo mencioné- de baja frecuencia, emociones bloqueantes como: el odio, el rencor, la envidia, la tristeza, la frustración, etc. Es más, ni siquiera logra ser congruente -aunque nosotros nos empeñemos en afirmar lo contrario-, ya que tarde o temprano, ese desorden interno afectará nuestra salud física y por más intentos que hagamos por conservarla, nos conducirá con urgencia al médico.
Y, solo una vez que hayamos tomado conciencia de que perdemos energía cuando no vibramos en altas frecuencias, es que podremos evitar esas fugas de energía.
Una forma efectiva de rescatarnos a nosotros mismos es a través de emociones de alta frecuencia y una de ellas es la felicidad. Por tal motivo, nos enfocaremos en siete puntos clave que nos pueden ayudar a sentirnos más felices de lo que ahora somos.
Hoy, te invito a reflexionar y también a meditar un poco sobre ciertas situaciones que pudieran estar afectando seriamente el flujo de la energía vital dentro de ti.
Te invito también a que te des cuenta de que lo que te impide ser feliz, o lo que probablemente no te permite encontrar la fuerza necesaria para disfrutar de la vida, tal vez pudiera estar siendo afectado por influencias externas y la más nociva de todas es la opinión de los demás, que muchas veces, no te lleva a vivir la vida que tú quieres sino la que otros desean para ti.
El miedo al fracaso es otro factor que se convierte en un poderoso impedimento al intentar alcanzar tus metas, y esto, puede provocar en ti un estado de insatisfacción permanente, que con el tiempo, disminuirá en gran medida tu energía vital.
Otro de los secretos para rescatar tu energía vital radica en superar todos esos miedos y aquellos pequeños o grandes obstáculos que se atraviesen en tu camino.
Por supuesto, todo esto requiere de un gran esfuerzo. Nadie dijo que sería una tarea fácil. Ya que, como bien sabemos, no es sencillo reír cuando estas llorando, tampoco lo es el convivir con personas que no vibran en frecuencias altas. Es complicado entrar en explicaciones detalladas de por qué el mundo es como es y las personas que habitan en el no saben convivir en armonía. Pero el cambio debe darse –primero- en cada uno de nosotros, por voluntad propia y sin importar lo que suceda a nuestro alrededor.
Porque, si sientes que te falta esa chispa que debe generar en ti impulso y motivación, es el momento de ver que está faltando para modificar o desechar todo eso que no te deja avanzar.
Analizando brevemente esos siete caminos hacia la felicidad podemos resumir que, soltar, intentar, aceptar, continuar, entender, querer y sentir son factores importantes que debemos aprender a dominar para poder rescatarnos a nosotros mismos cuando la vida no parece lucir sus mejores colores. Veamos un poco de cada uno de ellos:
1. Soltar. Para ser feliz, hay que dejar ir todo aquello que nos estorba. Olvida rencores, olvida el pasado y concéntrate en lo que vives ahora. Mientras no logres hacerlo, aquello que te lastima, seguirá presente cada día y a cada minuto, robándote en consecuencia, gran parte de tu felicidad.
2. Intentar. Para ser feliz, hay que intentar alcanzar nuestros sueños. No dejes las cosas a medias, intenta terminar lo que ha quedado pendiente, atrévete a reinventarte, a fabricar nuevas metas, pero sobre todo, convierte todos tus sueños en realidades.
3. Aceptar. Para ser feliz, hay que aceptar lo que no podemos cambiar. Si algo se encuentra fuera de nuestras manos, es importante aceptar que nada de lo que hagamos o digamos modificará tal situación, por lo tanto, si eso no tiene remedio, simplemente acéptalo y sigue tu camino.
4. Continuar. Para ser feliz, nunca debes parar. Nunca te rindas, nunca permitas que algo detenga tus pasos. Sigue adelante cada día, planeando tu futuro. Si lo haces, mañana te darás cuenta de que todo ese esfuerzo que hiciste, al no quedarte inmóvil, ha valido la pena.
5. Entender. Para ser feliz, simplemente hay que entender a los demás. No intentes cambiar a nadie, acepta a las personas tal y como son, respeta sus momentos, sus pensamientos y su vida. Verás que al hacerlo, la convivencia se torna más placentera para ambos.
6. Querer. Para ser feliz, primero debes aprender a quererte. Valórate, no permitas que nadie abuse de ti. Quiérete y mímate todos los días. Solo hasta que realmente aprendes a quererte es que empieza a llegar –como algo mágico- lo mejor que la vida tiene para ti.
7. Sentir. Para ser feliz, simplemente hay que experimentarlo. En pocas palabras lo he dicho todo, ¡conéctate con el mundo! Y entrega lo mejor de ti ¡siempre!, no sólo en ocasiones especiales. Ama, ríe y comparte tu vida con los demás siendo –en todo momento- la mejor versión que puedas encontrar dentro de ti.