25/Oct/2024
Editoriales

Apolinar Núñez de León

Un día a principios del año 1978, contra mi costumbre llegué tarde a un desayuno en el restaurante de El Paso Autel, convocado por Don Graciano Bortoni, Encarnación H. Espinosa y Don Antonio O´Farril. El tema era revisar la precampaña de Don Alfonso Martínez Domínguez, quien buscaba la candidatura a la gubernatura del estado. 

 Mientras un mesero me acercaba una silla para incorporarme a la reunión, saludé de palabra y ademanes a los comensales pues los conocía a todos menos a uno; eran viejos políticos y algunos viejones que les gustaba la política.    

 Estaban en la mesa: el abogado de empresas Benjamín Reyes Retana; el empresario de la Radio, Don Teófilo Bichara; el empresario Omar González; los abogados Remo Villarreal y Juan Gómez Jaime; los líderes croquistas Agustín Serna Mendoza y Rosendo  ‘El desbaratado’ Quintanilla; un par de políticos que no recuerdo, y el personaje que yo no conocía.

 Bortoni pidió informes a todos del resultado obtenido durante la semana anterior, pues de eso se trataba la reunión.

 A mí me había tocado hablar con varios profesionistas y le informé los avances.

 Sin embargo, me llamó la atención que el desconocido era respetado por todos y tanto Bortoni como Espinosa le preguntaban antecedentes históricos, y sus respuestas eran puntuales.

 Al término del evento pregunté su nombre y me dijeron que era un historiador y poeta llamado Apolinar Núñez.

 Así lo conocí y nunca fuimos amigos cercanos pues, además de la diferencia de edad, algo que nunca ha sido obstáculo en mi vida, ninguno de los dos buscamos un acercamiento.      

 Supe que Apolinar Núñez de León, había nacido durante la primera década del siglo XX en Cadereyta Jiménez, y que empezó trabajando en la imprenta de otro jimenense destacado, Don Jesús F. Garza Leal. 

 Allí Apolinar se enamoró de las letras y siguió vinculado a ellas toda su vida. 

 Luego migró a Monterrey, y su oficio en las artes gráficas le cayó como anillo al dedo. Decidió ser autodidacta y se la pasaba en la Biblioteca, leyendo lo necesario para ser tratado en forma igualitaria por los ideólogos del momento, y así llegó a ser Oficial Mayor del Congreso del Estado y secretario particular de un Gobernador, según dijo recientemente el cronista de Cadereyta, Dr. Ascención Tijerina.

 Mencionó que el candidato a la gubernatura Anacleto Guerrero Guajardo le solicitó sus servicios como orador de su campaña. 

 Sus múltiples méritos académicos, históricos y de servicio público le fueron reconocidos por las autoridades municipales y estatales con una calle que lleva su nombre y lo mismo, la biblioteca municipal, en Cadereyta Jiménez, así como el salón de una logia masónica que también se llama Apolinar Núñez de León.

 La Sociedad Nuevoleonesa de Historia, Geografía y Estadística en Monterrey vio en Apolinar un apoyo real, pues fue un gran escritor, galardonado en 1962 con la Medalla de Oro, por una de sus mejores obras titulada: “El Generalísimo Morelos en Nuevo León”, premio que se entregó en la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística de la capital de la República.

 Luchó junto a otros historiadores para que los restos de los generales Bernardo Reyes y José María Mier, fueran traídos de la ciudad de México, para ser re inhumados en Monterrey, encontrándose en la parte sur del Palacio de Gobierno.

Se dio tiempo para entregar su talento a la masonería de Nuevo León. El historiador Apolinar Núñez de León murió el 4 de octubre de 1979.

 

 Conocer a Apolinar Núñez fue un privilegio que, en mi caso, derivó de una llegada tarde a un desayuno.