12/May/2024
Editoriales

Hambruna; el enemigo que hay que vencer antes de que ataque

México fue autosuficiente en granos y alimentos hasta 1983, cuando el gobierno de Miguel de la Madrid, bajo el control de Carlos Salinas y los tecnócratas del ITAM;   inició el desmantelamiento del campo mexicano y sus organismos e instituciones. Después, ya como presidente, Salinas lanzó la estúpida idea de que era mejor “importar alimentos que producirlos porque sale más barato”. Hoy, importamos un 52% de todo lo que consumimos en granos; un 83% del arroz; un 65% del trigo y un 73% del maíz amarillo que sirve de alimentos para animales.  En cuanto a la carne (pollo, cerdo, res)  consumimos 8.8 millones de toneladas (mdt) y producimos sólo 6.9 mdt, así que hay que conseguir casi 2  mdt en los mercados internacionales, los cuales, como el caso de la bolsa de Chicago, son altamente especulativos.  En este momento, uno de los grandes graneros del mundo, Ucrania, el cuarto exportador de maíz y el sexto exportador de trigo tiene paralizadas sus exportaciones y sus almacenes repletos porque Rusia bloqueó sus puertos en el Mar Negro.  Esto, más la propia guerra, ha generado que el Índice de Precios de Alimentos de la FAO haya aumentado un 29.8% en relación al año pasado y dentro de éste los lácteos un 23.5% y los precios de la carne avanzan con el mismo ritmo. El otro elementos a considerar  es que Rusia, que está en guerra; es el primer exportador de fertilizantes nitrogenados en el mundo y el segundo proveedor de fertilizantes potásicos y fosfóricos. Los productores de Europa y los propios Estados Unidos sufren ya los efectos de esta guerra y de las sanciones contra Rusia al  tener que adquirir fertilizantes más caros cada día. Según el Banco Mundial, el trigo ha aumentado un 40% de precio y los energéticos en general, que son básicos para la producción en el campo; un 50%. Para este organismo, esos precios prevalecerán hasta el 2024.

 Frente a esta situación México tiene que aumentar, de emergencia, su producción agropecuaria.  Actualmente se cuenta con 22 millones de hectáreas (mdh), de las cuales se utilizan verdaderamente un promedio de 18 millones cada año. De estas, un 75% son de temporal y sólo un 25% de riego.  El año pasado, en esas condiciones, se lograron producir  200 millones de toneladas de granos y 290 millones de productos agropecuarios en general. Esas cifras tendrían que aumentarse en un 50% para compensar los faltantes o las importaciones. Para ello se tiene que reactivar con urgencias las plantas de fertilizantes nitrogenados de Pemex, las mismas que el gobierno del presidente AMLO recuperó y, al mismo tiempo, elevar los precios de garantía de los productos del campo en general para capitalizar a los productores y en base a subsidios para evitar un aumento de precios en los mercados. Eso a corto plazo. A largo plazo, México debe incorporar al menos la mitad de los 22 mdh al riego, o la mitad del potencial de 27 mdh que existen. En esa misma dirección debe reconstruirse, con carácter de emergencia, la antigua CONASUPO, o algún sustituto que garantice al productor la compra y comercialización segura de sus cosechas. Un banco de crédito rural, apoyado en el Banco de Bienestar, es también urgente. México  debe aumentar su producción antes de que la hambruna de tiempos de guerra ataque. Y si no ataca habremos reconstruido el campo destruido, entre 1983 y 2018,  por la estupidez de figuras como Carlos Salinas y demás tecnócratas bajo las órdenes del FMI y el BM.