Diagnosticar es el proceso de identificar la naturaleza de un problema analizando sus datos e informaciones compiladas ex profeso. El diagnóstico es necesario para tomar decisiones y en casi todos los casos significa la diferencia entre ‘vencer o morir en el intento’.  

 Actualmente, la instalación de un negocio comercial depende del diagnóstico de mercadotecnia que identifica la demanda.

 En medicina, diagnosticar lo es todo para combatir una enfermedad. Si el diagnóstico es equívoco, el tratamiento será un fracaso, mientras que si es correcto, las posibilidades de erradicarla son grandes.

 Alguna vez leí que un cirujano italiano visitó en 1967 el Rijsmuseum de Amsterdam, y le dedicó un par de días para admirar las obras que ahí se exhiben.

 Cuando llegó al cuadro Bathsheba en el pozo, de Rembrandt –que estaba prestado del museo de Louvre-, advirtió que el seno izquierdo de la modelo estaba inflamado cerca de la axila. Además, se ve manchado y con ciertas cicatrices características.

 De inmediato diagnosticó que la modelo sufría de cáncer de mama. 

 Se propuso revisar los documentos relativos a la obra del siglo XVII, y encontró que la modelo quien por cierto era concubina de Rembrandt, se llamaba Hendrickje Stoffels, murió tras una larga enfermedad.

 Todo indica que el diagnóstico de este médico italiano (les debo el nombre) fue acertado, y lo sobresaliente es que utilizó los criterios de la medicina forense para identificar la enfermedad muchos años después de haber sucedido el desenlace. 

 Otro aspecto determinante que ayudó mucho fue que el estilo del holandés Rembrandt era barroco y no arte moderno del estilo Picasso.